El Vaticano quiere acercar la salud también a los barrios
El doctor Ramón Tallaj ha logrado reducir un 25 % los ingresos hospitalarios en comunidades neoyorquinas con pocos recursos. Explicará en el Vaticano cómo promover la medicina preventiva
«Me siento muy feliz de que el Santo Padre contribuya a la creación de este movimiento a favor de los médicos de familia», comparte con Alfa y Omega el doctor Ramón Tallaj, presidente de la asociación SOMOS Community Care, poco antes de volar a Roma para impartir en el Pontificio Colegio Teutónico del Vaticano el congreso ¡Gracias, doctor! El evento, que tiene lugar este 16 de noviembre y cuenta con el apoyo de la Pontificia Academia para la Vida presidida por el arzobispo Vincenzo Paglia, reivindica una atención sanitaria más cercana y un mayor peso de la medicina preventiva.
Según Tallaj, «hay que humanizar de nuevo la medicina». Pide romper con la burocratización de los centros de salud y recuperar «esa cercanía que tiene el médico con la comunidad». «Tiene una gran importancia que la persona que te trate te conozca de arriba a abajo, a tu familia, al abuelo y a los niños», considera. No solo porque así el trato sea más cordial, sino también porque esta relación permite educar y prevenir males mayores.
Este doctor dominicano afincado en Nueva York trabaja con las minorías beneficiarias de Medicare, una cobertura con pocas prestaciones para personas de escasos recursos. «3.000 médicos atendemos a un millón de pacientes pobres», explica el presidente de SOMOS Community Care. Entre los años 2015 y 2020, la asociación reunió a 2.000 médicos independientes y pudo acogerse a una subvención del estado de Nueva York y el Gobierno central para descongestionar la red sanitaria. Redujeron en un 25 % los ingresos hospitalarios y en un 30 % las visitas de emergencia, pero nadie se quedó sin atención médica. Simplemente, en vez de reaccionar ante los cuadros más complejos, los médicos realizaron chequeos preventivos a los vecinos para controlar su diabetes e hipertensión, dos patologías que pueden derivar en muchísimas complicaciones. Es, explica, una de las ventajas de cambiar el enfoque sobre la medicina.
«Generamos un gran ahorro y para el Gobierno fue muy bueno. También para mi comunidad significó mucha felicidad, porque disminuyeron en un 20 % los usuarios de diálisis y se realizaron un 15 % menos de amputaciones», dos tratamientos extremos a los que a veces hay que recurrir en casos de diabetes muy severa. Evitar llegar a ese escenario «se traduce en un familiar que no tiene que ser llevado cada tres días al hospital ni empujado en una silla de ruedas», explica.
Otro de sus proyectos más recientes se centra en pacientes con problemas de alimentación y vivienda. «Si vives en un barrio popular de Nueva York, lo que tienes alrededor son negocios de comida rápida. Muchos vecinos tienen dos trabajos para mantener sus casas y solo les queda tiempo para comprar esos alimentos», lamenta el doctor. A ello se añade «el estrés por tener dos trabajos y dejar a tus hijos solos», lo que «va a hacer que no duermas bien y tengas la tensión alta». Ramón Tallaj asegura que, «si en vez de gastar todos los recursos en un hospital, se invierte un pequeño porcentaje en estas necesidades básicas, se logra evitar que tanta gente llegue con enfermedades crónicas». «Esto lo hace el médico de familia», subraya.
Durante sus días en Roma el doctor tendrá un encuentro con el Papa, a quien ya ha visto varias veces y con quien comparte su visión de la medicina. Quiere extender por el mundo esta forma de entender la medicina que ya se está aplicando en Nueva York, República Dominicana y Haití. «Espero que algún día la gente no me pregunte de qué hospital vengo sino a qué comunidad pertenezco y, en vez de cuántas camas tengo, que me feliciten por ocupar muy pocas porque la salud está afuera», concluye.