El Papa pide por los niños en las guerras porque «se está matando su futuro»
Ha implorado «que se haga todo lo posible para evitar una escalada del conflicto» entre Israel y Gaza
Francisco ha concluido el rezo del ángelus con un nuevo llamamiento a la cordura en Oriente Medio: «Queridos hermanos y hermanas, continúo pensando en la grave situación en Palestina y en Israel, donde tantísimas personas han perdido la vida. Os pido que os detengáis en nombre de Dios, cesad el fuego».
Aunque hasta ahora todo lo que ha intentado o dicho ha caído en saco roto, el Papa no ceja en su empeño de apelar a la paz. Sobre todo, ante lo aterrador de algunas declaraciones que se oyen estos días, como la de un ministro israelí que ha dejado caer la hipótesis de lanzar una bomba nuclear sobre Gaza. El primer ministro Netanyahu lo ha apartado inmediatamente de sus funciones. En cualquier caso, Francisco ha llamado a recorrer todos los caminos posibles «para evitar como sea una extensión del conflicto».
«Que se tenga la fuerza de decir “¡basta!”»
El Santo Padre ha insistido en los dos puntos cruciales que repite desde hace casi un mes, es decir, que se libere a los rehenes israelíes y que la ayuda humanitaria llegue «a la población de Gaza». Este domingo el Papa se ha acordado especialmente de los niños, los de un lado y los de otro, víctimas de lo que deciden los adultos: «Que se libere enseguida a los rehenes. Entre ellos, hay muchos niños; que vuelvan a sus familias. Sí, pensemos en los niños, en todos los niños envueltos en esta guerra, como también en Ucrania y en otros conflictos. Así se está matando su futuro». «Recemos para que se tenga la fuerza de decir “¡basta!”», ha clamado.
El Pontífice también ha dedicado un pensamiento a las víctimas de un terremoto en Nepal y a la enésima desgracia del pueblo afgano. Casi dos millones de refugiados afganos en Pakistán podrían ser deportados forzosamente en los próximos días. Pakistán ha emitido un decreto por el que quiere expulsar a los afganos indocumentados de su país. El Consejo Noruego para los Refugiados, una de las pocas ONG que siguen operando en Afganistán, estima que, desde el 1 de noviembre, cada día unos 10.000 afganos no han tenido más remedio que regresar al país del que tuvieron que huir.
«Salvar la reputación»
Francisco ha presidido el rezo del ángelus en una muy desapacible jornada de domingo en la Ciudad Eterna. Hasta Italia ha llegado la tormenta Ciaran que, previamente, había cruzado España, Francia, Bélgica o Alemania dejando a su paso varias víctimas mortales y cuantiosos daños materiales. De hecho, el Papa en sus llamamientos ha elevado una oración por quienes han perdido la vida a causa de este fenómeno.
Los fieles no se han achantado y, pese al clima, han acudido numerosos a acompañar al Pontífice. Este ha centrado su reflexión en el pasaje evangélico en el que Jesús critica a escribas y fariseos «porque dicen y no hacen» y porque «todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres».
Decir una cosa y predicar otra
El Papa ha desarrollado estos dos aspectos. Por un lado, «la distancia entre el decir y el hacer», es decir, el predicar una cosa y vivir otra. Francisco ha reconocido que es algo que puede sucederle a cualquiera debido a «nuestra fragilidad». Pero, al mismo tiempo, ha advertido de que una cosa es eso y otra muy distinta es vivir con «un doble corazón que pone en riesgo la autenticidad de nuestro testimonio y nuestra credibilidad de personas y de cristianos».
El Pontífice ha explicado que esto es especialmente grave cuando se está llamado, en la vida civil o eclesiástica, a desempeñar un papel de responsabilidad. Por eso, ha animado a vivir coherentemente encarnando en la propia vida «lo que dices y lo que predicas a los otros». Ha concluido afirmando que «para ser maestros con autoridad es necesario ser primero testigos creíbles, como nos recordaba san Pablo VI».
La doble vida
El segundo aspecto que ha destacado es «el del primado del exterior sobre el interior», que viene como consecuencia. El Papa ha sido duro al criticar a quienes, como escribas y fariseos en tiempos de Jesús, solo se preocupan por salvar «su reputación exterior» «y entonces realizan obras para aparentar ser justos, para “salvar las apariencias”».
«El maquillaje es muy común, se maquillan la cara, la vida y el corazón. Esta gente maquillada no sabe vivir la verdad. Y tantas veces también nosotros tenemos esta tentación de la doble vida», ha lamentado el Santo Padre que nos ha invitado a ser testigos creíbles del Evangelio.
Por ello, ha dejado una pregunta en el aire: «¿Tratamos de practicar lo que predicamos, o vivimos en la doble vida, decimos una cosa y hacemos otra? ¿Estamos preocupados solo por mostrarnos impecables fuera, maquillados, o cuidamos de nuestra vida interior en la sinceridad del corazón?».