José Manuel corre maratones junto a su hijo con discapacidad: «Sufrir y ser feliz no son incompatibles»
Pese a la parálisis cerebral de Pablo, él y su padre llevan el nombre de Dios «a los ámbitos más insospechados». José Manuel Roás participó en la primera edición de EncuentroSevilla
Hay quien corre para huir de un peligro y hay quien corre para buscar algo. En el caso de José Manuel Roás se mezclan ambas cosas. En el pasado huyó de la posibilidad de tener un hijo con parálisis cerebral, pero hoy corre maratones por todo el mundo junto a Pablo, que nació hace 25 años con el síndrome de West, para decir a todo el mundo «que Dios existe y es bueno».
En 1988, este profesor de Secundaria preparaba unas oposiciones a Educación Especial, pero decidió parar un día en que estudiaba un tema sobre parálisis cerebral. «¿Y si Dios me estuviera preparando para tener un hijo así?», se preguntó. Se asustó tanto que cerró el libro y dejó inmediatamente las oposiciones.
Roás, que participó con su testimonio el pasado fin de semana en la primera edición de EncuentroSevilla, organizada por Comunión y Liberación en la capital hispalense, reconoce hoy a Alfa y Omega que, diez años después de aquel momento, el nacimiento de su hijo Pablo —el cuarto de los cinco hijos que tiene junto a su mujer, Maite— «fue el día que más he llorado en mi vida». Ambos creían que «nosotros éramos los menos indicados para llevar esto. Pensábamos en amigos nuestros de nuestra comunidad del Camino Neocatecumenal y todos parecían objetivamente mejor preparados para algo así», afirma. «En un abrir y cerrar de ojos nuestra vida cambió radicalmente. Piensas que esas cosas les tocan a otros, pero cuando te llegan a ti, te das cuenta de que tus fuerzas son claramente insuficientes», añade.
Años después, es consciente de que «nosotros estamos viviendo un milagro continuo», porque «ha pasado el tiempo y, lejos de hundirnos, podemos decir que vivimos bien». Pero Roás aclara que el secreto de este cambio «no ha sido una cuestión de empeño, de ser fuerte o de ver las cosas en positivo». Si uno se toma las cosas así, «tarde o temprano se claudicará, no hay nada que hacer». Maite y él atribuyen el mérito «exclusivamente al Señor, porque es evidente que solo por nosotros mismos no habríamos podido llevar esto con alegría, tal y como lo hacemos».
Una creatividad desbordante
No hace mucho tiempo, uno de los alumnos del instituto del padre de Pablo le dijo: «Profe, ¡qué envidia me das!». Reconoce el educador que, para él, eso fue «increíble, pero es verdad que, asombrosamente, la gente nos dice de vez en cuando cosas como esta». «Nosotros somos una familia de lo más normal, el vecino de arriba nos oye discutir y el de abajo también», dice entre risas, pero su hijo «se ha convertido en nuestro pegamento especial y, gracias a él, sabemos que hay cosas que son un problema y cosas que no lo son. Nos da una perspectiva de la realidad muy grande».
Con los años, José Manuel Roás se ha dado cuenta de que, contrariamente a lo que pensaba al principio, «ser feliz y sufrir no son cosas incompatibles». La de su familia con Pablo «es una vida que merece la pena ser vivida, porque el sufrimiento la ha hecho mucho más profunda. Quizá la pregunta sea otra: una vida sin sufrimiento, ¿merece la pena ser vivida?».
Además, juntos han descubierto una manera «extraña y maravillosa» de llevar a los demás lo aprendido en estos años. Un día, padre e hijo se quedaron solos en casa y José Manuel decidió irse a correr llevando a Pablo en la silla. «Él se puso como loco de contento, gritando; fue espectacular». A partir de entonces, lo hicieron más a menudo. «Para un padre, compartir algo así con un hijo como Pablo es lo más grande». Desde entonces, han corrido multitud de carreras y maratones juntos, y no solo en España, y su historia ha aparecido en numerosos medios de comunicación, desde periódicos deportivos hasta programas de televisión en prime time. «Dios ha sido absolutamente imaginativo. Se ha valido de nosotros para que su nombre suene en los ámbitos más insospechados, para que la gente sepa que Él es bueno», afirma. Sin proponerse nunca aparecer en ningún medio de comunicación, la suya es «como la historia de santa Teresita, patrona de las misiones sin salir nunca de su convento. «Dios ha tenido una creatividad desbordante», concluye.
EncuentroSevilla celebró su primera edición el pasado fin de semana, con el lema Vivir de verdad, una decena de mesas redondas en las que participaron más de 400 personas. El trabajo, la enfermedad, los jóvenes, la educación o la caridad fueron algunos de los temas que se abordaron en estos días. «Todos llevamos dentro el deseo de una vida de verdad, y por eso hemos convocado a personas que han testimoniado que es posible en hechos concretos de su biografía», afirman desde la organización. El evento también sirvió para dar a conocer la figura de Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación, del que se acaban de cumplir 100 años de su nacimiento, a través de una exposición que rememora su vida y sus obras.