Hace tiempo que la televisión dejó de ser la pequeña pantalla. En busca de nuevos públicos trata de ser todas las pantallas posibles a la vez y, en esa huida desaforada hacia delante, pone sus ojos en redes y plataformas de streaming para tratar de sobrevivir y de atraer nuevos públicos que no acaban de llegar. El retorno del mítico Un, dos, tres, ahora en directo en Twitch, de la mano del hijo de Chicho y presentado por TheGrefg, uno de los streamers españoles más populares, es buen ejemplo de todo ello.
Casi dos décadas después de que se emitiera en la televisión por última vez, lleno de guiños a las viejas glorias, pero enfocado ahora por y para el universo digital, la nueva intentona —como le sucedió a tantas otras anteriores— ha comenzado con mucha más pena que gloria. Como si fuéramos los antiguos sufridores del programa, lo soportamos durante más de cinco horas, con desajustes técnicos y de guion impropios de un programa como este. A mí me dio la sensación de que a los de la generación EGB, más allá de la lagrimita de ver a Mayra Gómez Kemp, Miriam Díaz Aroca y compañía, no nos convenció nada la propuesta, y de que los pocos que se asomaron al concurso por primera vez se andan preguntando todavía cómo pudo ser que algo así triunfara y nos gustara tanto a los viejóvenes. Ha habido algún buen ejemplo de renovación en la tradición, como el reciente Grand Prix de Ramón García, pero con el renovado Un, dos, tres no hace falta que responda otra vez. Ya he tenido bastante con una entrega. Si ustedes saben lo que es Twitch, o tienen algún hijo cerca que se lo pueda mostrar, échenle si quieren un vistazo los jueves a las siete de la tarde. Yo, como versa la canción, creo firmemente que a este lugar en el que fui feliz, no debiera tratar de volver.