Al que te ha dado todo le puedes entregar todo - Alfa y Omega

Al que te ha dado todo le puedes entregar todo

Domingo de la 29ª semana del tiempo ordinario / Mateo 22, 15-21

Jesús Úbeda Moreno
Denario del César de Andrei Mironov.

Evangelio: Mateo 22, 15-21

En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron algunos discípulos suyos, con unos herodianos, y le dijeron:

«Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque no te fijas en apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es licito pagar impuesto al César o no?». Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:

«Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto». Le presentaron un denario. Él les preguntó:

«¿De quién son esta imagen y esta inscripción?». Le respondieron:

«Del César». Entonces les replicó:

«Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».

Comentario

Después de las tres parábolas que hemos escuchado en los tres últimos domingos, siguen tres cuestiones que los adversarios de Jesús le plantean. La primera que leeremos el próximo domingo se refiere al tributo que había que pagar al Imperio romano. Le piden que se defina en público sobre la legitimidad de dicho tributo, cuestión que afecta a la conciencia religiosa y nacional y a la política. Se pretende obtener una respuesta unívoca de Jesús, lo cual le traería problemas en cualquier caso. Pero, antes de responder a la pregunta tramposa de sus adversarios, Jesús los pone en evidencia ante el hecho de que los mismos que le han preguntado con tanto interés por la licitud del impuesto lleven en sus bolsillos monedas de este tipo, señal de que su fin más próximo no era resolver la cuestión, ya que incluso el uso de la moneda romana equivalía a aceptar en cierto grado la dominación imperial.

Con la moneda en la mano invita a sus interlocutores a fijarse en la imagen y en la inscripción de la moneda. Naturalmente, no pueden responder sino que ambas corresponden al César. Y Jesús pronuncia la célebre respuesta: «Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Jesús, tomando pie en la provocación de sus oponentes, basa la respuesta, sin embargo, en la relación que existe entre Dios y el César y les da a entender que uno y otro no están en el mismo nivel. Sin separarlos ni oponerlos, los distingue con claridad.

Es normal que el César ponga su imagen y su nombre en su denario. Él hace circular ese denario por el Imperio y hace de ello la base del orden económico y, desde él, de los órdenes político y militar. El emperador es tenido en su territorio como un dios al que hay que rendir culto, honores y deberes, y entre estos, el de devolverle una parte del denario recibido del César. No se hace con ello sino restituirle debidamente una parte de lo que él anteriormente había dado. Por otra parte, el poder del César alcanza hasta allí donde llega su moneda. Es un poder limitado. En este sentido podemos entender que lo que se puede esperar recibir y devolver al César está relacionado con lo que es y con lo que aporta. Precisamente por eso se diferencia radicalmente de Dios y su relación con el hombre que le pertenece, porque lleva en sí inscrita la imagen de Dios (cf. Gn 1, 27). De igual manera lo que se puede esperar recibir y devolver a Dios es referido a lo que es y a lo que proporciona. Y Dios nos lo ha dado todo, «porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito para que todo el que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 16) y por eso podemos esperarlo todo de Él y, en consecuencia, todo ha de ser restituido a Dios.

Parafraseando la célebre sentencia de Jesús, se podría decir: «Esperad del César lo que puede dar el César y esperad de Dios lo que puede dar Dios». El problema de la vida es pedirle al César lo que no puede dar, esperar del poder de este mundo lo que solo Dios puede dar. A la vez, la respuesta de Jesús ilumina quién es digno de nuestra entrega, a quién podemos dar la vida entera, poniéndole en el centro del corazón y de la propia existencia y no quedar defraudados. Al que te ha dado todo le puedes entregar todo.