A Celso Morga le preocupa la difusión de imágenes falsas de carácter sexual de niñas
El arzobispo de Mérida-Badajoz, en un artículo, se pregunta: «¿Qué podemos hacer?» y hace un llamamiento a la responsabilidad social
Celso Morga, arzobispo de Mérida-Badajoz, ha abordado en su artículo en la revista diocesana Iglesia en camino la preocupación de la archidiócesis al conocerse que «un grupo de menores, utilizando sistemas de inteligencia artificial, ha creado y distribuido imágenes falsas de chicas con contenido sexual».
Se hacía así eco de la noticia que esta semana conmocionó a toda España. Más de 20 niñas y adolescentes, de entre 11 y 17 años en Almendralejo (Badajoz), denunciaron ser víctimas de la utilización de una aplicación de inteligencia artificial para generar fotografías falsas de ellas desnudas. Las imágenes fueron posteriormente difundidas por las redes sociales.
«A la preocupación y dolor común, añado mi dolor personal por estos hechos», ha destacado el arzobispo, «por las chicas a las que se ha ofendido de forma tan grave», «por sus padres» y «por los menores responsables de los hechos y sus progenitores».
En su artículo hace referencia a la declaración de santo Tomas cuando afirmó que no lo creería hasta que sus ojos lo viesen y ha mostrado que «hoy en día la tecnología ha creado una realidad paralela que muchos no diferencian de la verdadera realidad».
«Hay cosas que, aun viéndolas, son falsas, como las imágenes difamatorias que se han difundido», ha añadido, recordando cómo el Catecismo de la Iglesia Católica muestra que «la ciencia tiene en la persona y en sus valores morales el sentido de su finalidad y la conciencia de sus límites». Ha reconocido que internet es un don de Dios, pero también que «si la tecnología y nuestra relación con ella no está regida por normas morales, se vuelve contra la persona humana».
El arzobispo de Mérida-Badajoz se hace la pregunta: «¿Qué podemos hacer?». Y como respuesta ha pedido seguir trabajando en la catequesis para hacer de los niños y jóvenes «buenos cristianos y honrados ciudadanos» y «enseñarles que hay comportamientos que ofenden a Dios y a las personas con las que convivimos, que son imagen y semejanza de Dios e hijos e hijas suyos».
Para esta labor ha pedido la responsabilidad y el papel de los padres y las familias cristianas y también ha alertado de que existe una responsabilidad social: «La sociedad es un tejido de relaciones que funciona bien si el tejido es de calidad y se entrelaza con maestría. Y frecuentemente vemos cómo la publicidad, los mensajes directos o subliminales en los medios de comunicación o nuestras propias conversaciones desprecian todo aquello bueno que, cuando no está, produce escándalo y mucho dolor».