Creadoras de belleza y cultura
El Baltimore Museum of Art acoge una muestra que exhibe las destacadas aportaciones a la cultura de las mujeres artistas europeas desde el siglo XV al XIX y expone obras de nombres poco conocidos que fueron decisivos
Desde hace ya varios años los historiadores del arte han puesto su empeño en investigar, desvelar y desempolvar el trabajo de mujeres artistas olvidadas en el arte clásico. El Baltimore Museum of Art (Maryland, EE. UU.)
inaugura este 1 de octubre una exposición comprometida en esta nueva popular línea de investigación con la exposición titulada Making her mark: a history of women artists in Europe 1400-1800 (Dejando huella: una historia de las mujeres artistas en Europa 1400-1800). La novedad de esta muestra es la mirada a lo que aportaron estas mujeres a la cultura de la época, más allá de la pintura. Las 200 piezas que exhibe el proyecto abarcan la participación femenina no solo en las artes plásticas entre los siglos XV y XVII, sino también en el mundo del diseño, las artes decorativas y más disciplinas. Una investigación ambiciosa y completa que ha sido posible gracias a la colaboración de la Art Gallery of Ontario (Toronto, Canadá) uno de los museos más distinguidos de Norteamérica.
Entre las firmas expuestas sobresalen nombres bien conocidos como Rosalba Carriera, Artemisia Gentileschi, Elisabeth Louise Vigée-LeBrun, Judith Leyster, Luisa Roldán y Rachel Ruysch. No obstante, la muestra se esfuerza en sacar a la luz otros nombres menos conocidos para derribar el mito de que las mujeres fueron menos talentosas que los hombres en este oficio y época. El proyecto manifiesta el gran impacto que tuvieron estas anónimas en la cultura que irradiaba a otros ámbitos, como al de la ciencia o al del comercio. Hasta ahora se ha visto muy aclamado el pincel femenino a gran escala, pero Making her mark estudia la variedad de sus contribuciones en otras disciplinas menores como devocionales, tapices, orfebrería, diseño de muebles, cerámica, artes decorativas, dibujos o encaje textil, por mencionar algunos. Los roles de estas mujeres diseñadoras y comerciantes ofrecen una nueva comprensión de lo que aportaron en diversos ámbitos, más allá del dominio establecido de la pintura y la escultura.
Las que lograron el mayor reconocimiento y encargos por parte de la Iglesia y el Estado están representadas por obras como la Educación de la Virgen en terracota de Luisa Roldán (1689-1706), el cuadro de Artemisia Gentileschi Judit y su sirvienta con la cabeza de Holofernes (c. 1623-25) o un lujoso tapiz del siglo XVII realizado en el taller papal Barberini, en Roma, bajo la dirección de Maria Maddalena della Riviera.
En cuanto a los nombres menos conocidos que expone el recorrido, la muestra apunta que el mundo del trabajo doméstico de la mayoría de estas mujeres fueron la principal fuente de inspiración para ellas. Encargadas de crear belleza en el hogar, destacaron en artes privadas de caligrafía, dibujo, bordado y objetos de decoración. Por este motivo Anne Vallayer-Coster y Josefa de Ayala destacaron en la representación de bodegones, o artistas como Sophia Jane Maria Bonnell o Mary Anne Harvey Bonnell sobresalieron en la fabricación de muebles de madera en el siglo XVIII con delicadas decoraciones a mano.
El recorrido se ordena en cuatro secciones temáticas. La primera se titula «Fe y poder» y en ella se examina el patronazgo femenino en comunidades religiosas como iglesias o conventos. Además de artes plásticas, como la mencionada de la Educación de la Virgen de Luisa Roldán o la Judit de Gentileschi, estas patronas también encargaban objetos dedicados al cuidado y detalle de las ceremonias celebradas en estas comunidades, por ejemplo trabajos textiles de finos encajes, relicarios o manuscritos iluminados. Entre las autoras de estos objetos se incluyen algunas de las propias monjas que habitaban los conventos.
La sección titulada «Interiorismo» se centra en esa creación de belleza de la mujer dentro del mundo doméstico a través de la decoración, la caligrafía, los bordados y los dibujos. No obstante, fuera del entorno íntimo del hogar, la mujer participó en el avance científico con estudios sobre fauna, flora, astrología o medicina a través del dibujo. La tercera sección demuestra su contribución documental a las ciencias naturales de la Europa moderna. Algunos de los nombres destacados son Pauline Rifer de Courcelles —Madame Knip—, Giovanna Garzoni, Maria Sibylla Merian o Rachel Ruysch. El apartado final de la muestra se titula «El espíritu emprendedor» y desvela varios roles desempeñados por mujeres en la promoción y educación a través de las artes. Destacan los autorretratos de Sarah Biffin y Judith Leyster, la porcelana de Marie-Victorie Jaquotot, los textiles de Anna Maria Garthwaite y la escultura en mármol de un perro maltés hecha por Anne Seymour Damer.
Gracias a esta muestra puesta en marcha en Baltimore no solamente se confirma la habilidad innata femenina de crear belleza en cualquier entorno en el que se halle, sino que también estas aportaciones han llegado a afectar positivamente a tantos otros avances humanísticos, sociales y científicos a lo largo de estos siglos.