«Me voy a borrar el Instagram porque no puedo soportar que te lo estés pasando bien» y yo no. Esta relación, a priori poco sana, entre adolescentes y jóvenes, no solo no es una exageración, sino un motivo de patologías más graves que comienzan a aflorar a causa de un uso perjudicial de las nuevas tecnologías, especialmente las redes sociales. Concretamente el término que define esta angustia a que un amigo suba una historia de una fiesta inigualable en un viaje soñado se denomina FOMO, siglas de la voz inglesa fear of missing out —miedo a perderse algo— y dicen los expertos contactados en estas páginas que puede llegar a provocar ansiedad, problemas de sueño, bajo estado de ánimo e incluso depresión. Reveladora es la fotografía que acompaña al análisis que hacemos de esta nueva fobia, en la que dos jóvenes, abrazándose en un momento romántico frente al mar, aprovechan que el otro no les ve para mirar sus pantallas de móviles. Estamos solo en el inicio de este drama social. Fortalecer la autoestima de los chicos y fomentar la tolerancia a no tenerlo todo aquí y ahora es tarea de padres y educadores. Pero el momento apremia. Es ahora o un futuro de zombis angustiados.