Monseñor Osoro: «Hay que hacer apetecible la escuela cristiana»
Don Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, presidió el domingo pasado la Eucaristía en el III Congreso de Escuelas Católicas de Madrid, que se ha celebrado desde el viernes en el Colegio Calasancio. En este primer encuentro con la escuela católica como arzobispo de Madrid, Carlos Osoro animó a la escuela católica a cumplir con su misión insustituible de anunciar a Jesús siguiendo el mensaje del Papa Francisco de salir a la calle, de salir de nosotros mismos.
El nuevo arzobispo de Madrid dijo compartir la reflexión que se ha hecho estos días en el Congreso en torno al alma de las escuelas católicas, así como la necesidad de anunciar a Jesucristo buscando otras formas, de redecorar la escuela. «Por supuesto que el alma está en la escuela católica, siempre ha estado, quizá ahora lo que hay que hacer es descubrirla con mayor profundidad, y tener la valentía, audacia y creatividad para redecorar la escuela cristiana y hacerla apetecible», dijo.
En su homilía, pidió a la escuela católica que no olvide tres ideas fundamentales para su acción educativa: que la vida ha llegado porque Cristo resucitó y nuestras instituciones llevan la vida de Jesús; que esa vida hay que anunciarla desde las escuelas católicas, haciendo ver a los hombres que el Señor nos busca, nos quiere y no descarta a nadie -«por eso nuestras escuelas están abiertas»-; y que es necesario construir una nueva ciudad, ser imagen de Dios, que los alumnos descubran en nuestra escuela que la imagen más hermosa del ser humano es ser prolongación de ese Dios que trata a los hombres con amor.
En último lugar, monseñor Osoro dijo que este Congreso había sido una oportunidad para escuchar aún mejor la palabra del Señor, para construir una ciudad con una escuela católica que tiene alma pero que tiene que descubrir también la situaciones y desorientaciones que tiene el hombre hoy. Agradeció el trabajo de todos los que forman la escuela católica y les animó a seguir: «En la escuela católica nunca se pierde el tiempo, el tiempo siempre es de Dios y cuando nos ponemos en manos de Dios el tiempo tiene sus frutos», concluyó.
Escuelas Católicas de Madrid