Apple TV es una plataforma que vive en los márgenes. Fuera del foco de las grandes producciones y de las grandes campañas de publicidad sobrevive, además de por el gigante que la sustenta, apostando por la calidad de lo que hace. Menos es más. Al menos si ese más, no es también mejor. Ahí, en ese juego de palabras, se encuadra también Shrinking, una serie muy de la marca de la casa. La primera temporada consta de diez episodios y ya está en marcha la segunda. Completada en su alambicado título por Una terapia sin filtros esta serie, que guarda la sorpresa de todo un Harrison Ford en el elenco, nos ofrece un drama con tintes de comedia (a ratos es al revés) como excusa para hablar de la vida que, a pesar de todos los pesares, termina por salir a flote.
Jimmy es un terapeuta que arrastra el duelo de la muerte de su esposa. A partir de ahí, su vida parece venirse abajo como un castillo de naipes. Se sostiene, a duras penas, volcado en una profesión que cada vez le aburre más y en la que tiene que alzar compartimentos estancos entre su vida privada y su vida pública. Jimmy nos viene a decir que hagamos lo que él dice, pero no lo que él hace, hasta que, claro, se decide a agarrar esa vida por los cuernos.
La propia caracterización de los personajes hace que en ocasiones se les vaya la mano con el tono del lenguaje y que, sin ser demasiado descarada, haga también alguna concesión a la corrección política. Aún así, Shrinking merece mucho la pena, porque en un mundo demasiado instagrameado, nos pone delante, a bocajarro, la vida sin filtros. Y lo hace además con dosis de humor que se agradecen mucho entre las inevitables penas que se nos cuentan. Una terapia que, al final, como suele suceder en estos casos, terminamos pasando nosotros, como espectadores, en un inteligente juego de espejos que pasa por rechazar la huida del mundo y por abrazar, aunque duela, la vida del que tienes enfrente.