Jesús Rico García: «A veces nos pierde el afán de ser eficaces»
Este sábado se convertirá en el obispo de Ávila. Ha sido rector del Colegio Español de Roma y es especialista en seminarios y vocaciones
¿Dios existe? ¿Por qué está usted tan seguro?
Dios existe. En Él, como pone el libro de los Hechos en boca de san Pablo, «vivimos, nos movemos y existimos». Es mucho lo que se ha hablado y definido sobre Dios pero, como dice san Juan de la Cruz, es en la experiencia de fe y mística donde «más juntamente se gustan». Leyendo a fondo a los padres de la Iglesia y a los grandes teólogos, descubrimos que sus ideas no brotan solo de su trabajo, sino de su intimidad con Dios. El creyente, antes de saber algo sobre Dios tiene que experimentarlo.
Nada más ser nombrado obispo decía: «Necesitamos no tanto líderes cuanto testigos, personas que remitan a Cristo, no a sí mismos». Por eso quise comenzar con esa pregunta tan directa.
El mundo exige a los evangelizadores hoy, nos dice Evangelii nuntiandi, «que le hablen de un Dios a quien ellos mismos conocen y tratan familiarmente, como si estuvieran viendo al invisible…». Hoy, sigue diciendo, convencen más los testigos que los maestros y si convencen los maestros es porque son testigos. Necesitamos personas que, como Juan el Bautista, refieran a Cristo. El líder ordinariamente se pone él como protagonista. Deja de ser mediación.
¿Nos faltan testimonios? ¿Por qué parece que da miedo hablar de lo que Dios hace en nuestras vidas cotidianas?
No nos hace bien una mirada solo negativa de nuestra realidad eclesial. Hoy sigue habiendo muchos testigos que, de una manera sencilla, son testimonio de los valores del Evangelio en sus ambientes. Es mucho lo que hace la Iglesia por medio de sus instituciones y de las personas que la integran. Jesús nos dice que hemos de ser fermento en la masa. El fermento no se distingue, pero hace crecer. Lo importante es sembrar. La siembra es a largo plazo. A veces nos pierde el afán de ser eficaces, de querer ver los frutos aquí y ahora. Lo nuestro es sembrar.
Ahora sí, hablemos de usted. ¿Cómo nació su vocación? Cómo fue la llamada al sacerdocio, ¿un susurro o un gran grito?
Yo nací en Montemayor, un pueblo de la provincia de Valladolid, en una familia cristiana. En mi familia aprendí a rezar y descubrí que Dios existe y nos acompaña en nuestro caminar. El sacerdote de mi pueblo, cuando tenía 12 años, me llevó al seminario menor y posteriormente pasé a Salamanca para estudiar Filosofía y Teología en la Universidad Pontificia. Fueron unos años de un crecimiento humano y espiritual sereno, pero profundo, que me llevó a la opción por el presbiterado. Mi vocación ha sido un camino tranquilo con momentos de alza y de baja. Pero Dios escribe derecho con renglones torcidos. Repasando mi vida, lo único que puedo decir es: gracias por todo.
Es especialista en pastoral vocacional. ¿Con la vocación se nace o se hace?
Nadie tiene vocación. La vocación nos tiene. La vocación es don gratuito de Dios que se ha de recibir con corazón agradecido y enteramente disponible, como María. Es un itinerario con señales de pista. Cada señal nos va llevando a la otra. Por eso, la pastoral vocacional habrá de cultivar, especialmente en los jóvenes, la apertura al don de Dios y las condiciones psicológicas y espirituales que favorezcan la acogida alegre y agradecida de ese don. El proceso vocacional tiene diversas etapas que hemos de respetar y acompañar.
Desde que lo nombraron obispo de Ávila, ¿cuántas veces ha rezado el himno de santa Teresa: «Nada te turbe, nada te espante…»?
Lo rezo frecuentemente, sobre todo en la hora intermedia de la liturgia de las horas.
El Papa Francisco dijo de santa Teresa que «supo trasladar el cielo a la tierra». ¿Cuánto va a tardar en invitarle a visitar Ávila?
El mes pasado, cuando aún yo estaba en Roma, suspendió alguna de las audiencias y no pude verle personalmente. En la primera ocasión que tenga le invitaré. Sin embargo, hemos de ser realistas y entender que no pueda atendernos pronto, porque son muchas las invitaciones y compromisos que tiene.
Es de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos y hay tres obispos españoles de la hermandad en los últimos años. ¿Les ha pedido s algún consejo?
La hermandad es una asociación sacerdotal. Somos sacerdotes y nada más que sacerdotes, nos repetía nuestro fundador. Él nos pedía coherencia de vida, aspirar a la santidad. Con los otros operarios obispos he trabajado y vivido durante varios años. Somos todos buenos amigos y seguro que no tendrán inconveniente en aconsejarme en lo que crean oportuno.
¿Qué es lo primero que quiere hacer como obispo de Ávila?
Como les decía a los periodistas en mi primera entrevista, la diócesis de Ávila no la invento yo. Lleva siglos de andadura. Lo primero es meterme en el camino que está recorriendo y seguir caminando con ella, animando y apoyando pastoralmente, pero sobre todo escuchando a los sacerdotes, agentes de pastoral, movimientos apostólicos… Entre todos hemos de discernir qué es lo que el Señor nos está pidiendo en este momento. Por lo tanto, lo primero de todo es el conocimiento de la realidad in situ.