Nace Gud, una red social «con alma» para paliar la soledad
Sol y Carlos, matrimonio de Madrid, han creado una aplicación que supone una nueva forma de usar las tecnologías que tiene «menos de ligoteo y más de conexión»
El 11 de julio de 2010, mientras España entera se sumía en la euforia de color rojo con el gol de Iniesta que nos daba la Copa del Mundo de Fútbol, Sol Rengifo, 35 años entonces, llevaba un mes caminando más bien en el negro. Embarazada de 35 semanas de Carlota, su segunda hija —el primero, Jaime, tenía 5 años—, Sol había sufrido dos hemorragias internas, la primera en el riñón izquierdo y la segunda en el bazo. Los médicos «apostaron por salvar a la niña», que estaba ya con sufrimiento fetal, haciendo una cesárea de urgencia. «Salimos adelante las dos, cada una en una UCI», cuenta Sol, a quien la sonrisa no se le va de la cara cuando habla y, sobre todo, de los ojos. Comunica casi más con ellos que con la boca. Habla de milagro total, porque la realidad es que las pruebas confirmaron que tenía un cáncer con metástasis por todo el cuerpo, incluido el cerebro. «En una hora —resume—, mi vida era completamente diferente para siempre».
Qué «contraste» entre su vida parada en aquel verano de hace 13 años y la que bullía en las calles, rememora. «A cuánta gente se le para la vida» y «qué fuera y solo te quedas». Riadas de personas recibían a los héroes recién llegados de Sudáfrica y en el interior de Sol la riada se iba dirigiendo hacia lo nuclear: fue el tiempo de «volver a lo esencial».
Dar lo recibido
Comenzó a darse cuenta de que «todo lo que te pasa a lo largo del día es un regalo» y, frente a aquellos que «piensan en hacer cosas distintas, grandes», ella lo que hizo fue «empezar a hacer grandes las cosas pequeñas». Hasta llegar a afirmar con rotundidad y alegría que «mi profesión es vivir en mayúsculas».
Sol empezó a sentir la necesidad «de devolver al mundo todo lo que he aprendido». Se fue concretando a medida que descubría, ella que profesionalmente ha estado ligada al mundo del marketing y la comunicación, que en un mundo cada vez más conectado, más gente se siente sola. Descubrió que ya antes de la pandemia del coronavirus la Organización Mundial de la Salud (OMS) hablaba de la pandemia de la soledad no deseada. España, «el país de la alegría, del sol y de la fiesta», estaba a la cabeza del mundo en el consumo de ansiolíticos. «¿Qué pasa con lo que no mostramos, con lo que no es fiesta?». A la vez, era consciente de que la polarización y el uso partidista e individualista de las redes sociales lleva a «dejar de ver al otro».
Ante este panorama, y porque «la vida cobra sentido cuando puedes aportar algo, y yo tenía mucho que aportar», Sol lo tuvo claro. Y en esto contó siempre con la ayuda de su marido, Carlos Amaya: «Vamos a reformular lo digital». Así es como se fraguó Gud, nacida porque «necesitamos sentirnos acompañados», una red social «con alma» cuya aplicación se presentó la semana pasada en Madrid y en la que Sol empezó a trabajar justo antes del confinamiento. «Demuéstrame que puedes hacerlo realidad», la había retado un antiguo jefe, de esos que sacan lo mejor de uno, cuando consultó con él su idea.
Aquí el like no cuenta
Una red social «menos red y más social» como le gusta decir al equipo, «menos de ligoteo y más de conexión», que no se deja llevar por la tiranía del like y que ofrece lo mejor de los dos mundos: el digital, con su capacidad de llegar a todos, y el humano, con la calidez y la acogida. Porque para Sol, si hay una cosa clara, es que «no podemos perder nuestra humanidad». «Esto es muy revolucionario y contracorriente, pero o cambiamos la dirección o acabaremos —y es muy gráfica en esto que relata— en un cuarto encerrados con gafas virtuales y comiendo suplementos». Carlos, por su parte, explica cómo Gud cumple con su finalidad conectando a dos personas «de manera aleatoria y privada» para iniciar una conversación sin fotos, siendo «auténtico, llevando la realidad al mundo virtual». Gud ofrece la posibilidad de formar parte de comunidades en torno a intereses comunes o situaciones vitales y, una vez establecida una comunicación con otro guder, la aplicación da la opción de entrar en una conversación privada, a modo de WhatsApp, en la que, si quieren, puedan desvelar su identidad. «Cada historia será un mundo, pero lo ideal sería que esto generara amistades reales», concluye Sol.