El arzobispo electo propone una Iglesia que esté a los pies de los crucificados de hoy
Reconoció ante los medios de comunicación que asume el encargo del Papa Francisco con «vértigo y responsabilidad»
Cuando José Cobo se sentó en la mesa del salón de actos del semanario Alfa y Omega para atender a la prensa, todavía no había podido echar un vistazo a su teléfono móvil. «Sé que está sonando», dijo. Había pasado casi una hora desde que se había hecho público su nombramiento como arzobispo de Madrid. Solo había comunicado la noticia al Consejo Episcopal y a los trabajadores de la Curia diocesana, siempre acompañado por el cardenal Osoro y Jesús Vidal, el obispo auxiliar. Juan Antonio Martínez Camino no pudo estar por un compromiso en Polonia.
«Vértigo y responsabilidad» fueron sus primeras palabras para definir lo que sentía al caer en la cuenta de que va a pastorear la diócesis que le ha visto crecer, la que le ha dado la fe, donde ha sido ordenado sacerdote, vicario episcopal y obispo auxiliar.
Se reconoció pequeño, «no solo de estatura», pero confiado en que no está solo y en que el Espíritu que ha guiado al Papa para tomar esta decisión también lo oriente a él. «Me van a acompañar mis hermanos obispos, el presbiterio de Madrid. He sido muy feliz siendo cura en Madrid y sé que mis hermanos están ahí», añadió. Cuenta también, continuó, con los laicos de la diócesis, con una vida «desbordante».
«La tarea es preciosa. Soy consciente de que me subo a un tren en marcha», continuó, un tren que sigue las pautas de la Evangelii gaudium del Papa Francisco. «Nos pone en un Madrid que es misión, una encrucijada», añadió. No estaba en su horizonte ser arzobispo: «Es un encargo que hace el Papa, que viene de Dios. Dios no llama a los capaces, sino que capacita a los que elige. Tenemos una Iglesia preciosa».
Preguntado por su preferencia por las periferias existenciales de hoy, Cobo recordó que su vocación se debe a ello y que, antes de entrar en el seminario, ya trabajaba en Proyecto Hombre en el barrio madrileño de Usera. «Eso marca y creo que Madrid va reclamando una postura muy de la Iglesia, que es estar al pie de la cruz, delante de los crucificados», continuó.
«No es una dignidad, sino un servicio»
También destacó que ser obispos «no es una dignidad, sino un servicio» y dijo que los más jóvenes pueden ayudar a reubicar la Iglesia dentro del mundo, «con otras claves, otro lenguaje», pero sin perder el camino andado. «No se trata de innovar como de encarnar el mensaje del Evangelio», agregó.
Sobre el cardenal Osoro, que desde hoy y hasta la Misa de inicio de ministerio será el administrador apostólico, dijo que le enseñó «a mirar la vida y a afrontar las dificultades con ojos de pastor». «Ha sido un maestro para mí, un maestro con el que he compartido mesa», añadió, al tiempo que dijo que destaca por su misericordia y amor, aunque a veces le complique la vida.
Precisamente, el ya arzobispo emérito de Madrid manifestó sentir agradecimiento a Dios: «He sido muy feliz en los lugares en los que he estado. No tengo conciencia de haber guardado nada para mí».
Antes de comparecer antes los medios y tras el rezo del ángelus, el cardenal Osoro dio la noticia a los trabajadores de la Curia diocesana. El nuevo arzobispo dijo que «la diócesis merece la pena», igual que «servir al proyecto de Dios aquí».
Con motivo de su nombramiento, José Cobo ha enviado una carta de saludo a los sacerdotes, a la vida consagrada y a los fieles en general. «Sé que esta diócesis es fecunda, poliédrica y con una intensa vida. Está llena de gente buena. Los sé porque así lo vivo y saboreo. Tenemos muchas peculiaridades tanto en la ciudad como en las zonas rurales. Y siempre Dios sigue caminando, como con los discípulos de Emaús, entre nosotros. Por eso no olvidamos que seguimos teniendo delante el reto de descubrir a Dios en nuestro mundo, en nuestros barrios y entre nuestros vecinos de Madrid. Y a prender a señalarlo y contar sus maravillas», escribe.
En este sentido, apunta que la Iglesia tiene que llevar el mensaje evangélico a situaciones como el incremento de las brechas sociales, las migraciones, la intensificación de la violencia social o la precariedad de la vivienda y el trabajo.
«Quiero que juntos caminemos para quien se acerque a esta Iglesia en Madrid, reconozca a nuestro Señor y se encuentre con Él. Ojalá que aprendamos todos a emprender nuevos caminos misioneros al ritmo de la cercanía y la misericordia de nuestro Dios», añade, al tiempo que anima a dar pasos en comunión, participación y misión.