La monja que encontró monasterio en Google: «Todavía hay interés por la vida religiosa»
Marta González podría sacarse el Carné Joven. Tiene tan solo 27 años, una edad en la que, según la Oficina de Estadística de la Unión Europea, la mayoría de los chicos todavía no se han independizado. Los 30 es la edad a la que los jóvenes europeos se van de casa. Ella, sin embargo, acaba de realizar la profesión solemne, el último paso para su incorporación definitiva como monja benedictina. Desde el pasado 20 de mayo, la joven pertenece para siempre a la Orden de San Benito, una consagración que conoció durante una visita al monasterio de Leyre (Navarra) en el transcurso de unas vacaciones familiares. «Me encantó aquel lugar, la paz que transmitía, así que me compré allí la Regla de San Benito y me la leí entera», explica la joven en conversación con Alfa y Omega.
En la obra González encontró «una vida que me atraía poderosamente», así que tecleó en Google «benedictinas en España» y apareció, el primero, el monasterio de la Santa Cruz, situado en Sahagún (León), donde entró por primera vez con 17 años. «Pasé un día entero con ellas», recuerda. Posteriormente, hizo una experiencia de otras dos semanas más, «y ya después quedó fijada mi entrada en la comunidad para el 22 de agosto de 2014».
Por aquel entonces, Marta tenía 18 años y algunos prejuicios en su cabeza. «Me generaba cierto miedo que las hermanas pudieran ser poco dinámicas, sosas o incluso serias», explica. Pero bastó un solo partido de fútbol, durante la hora de recreo, para que se diera cuenta de su error. «Todavía tenemos guardado el balón», asegura, pero «ahora preferimos charlar, ver alguna película o sacar algún juego». No obstante, el esparcimiento no es la principal actividad de la comunidad, que está formada por siete hermanas. «Intercalamos la oración con el trabajo y los momentos distendidos». Las religiosas, por ejemplo, se levantan a las 06:00 horas. y, tras asesarse, rezan maitines, hacen oración personal y participan en la Eucaristía.
60.000 almas en redes sociales
La joven también confiesa haberse equivocado con el carácter de las religiosas. «Lógicamente, hay hermanas que son más serias, pero las hay también alegres o movidas. No hay un patrón establecido. Aquí cada una es de su padre y de su madre», detalla. En ella se intuye un carácter más bien reservado. Durante la entrevista, no se explaya. Utiliza las palabras justas. Ni una más. Nadie diría, a priori, que tiene una legión de seguidores en las redes sociales y que, además de benedictina, es youtuber y tiktokera. La siguen más de 60.000 personas en todos sus perfiles. Tantas almas como habitantes hay en Ávila o Segovia.
Su objetivo en el continente digital es «dar a conocer la vida religiosa» y mostrar «esa otra cara más fresca que también forma parte de este estilo de vida», pero «nunca me imaginé que tendría tanto éxito», confiesa. Lo tiene. De hecho, la retransmisión en YouTube de su profesión solemne —una Misa de más de una hora y media— fue seguida por más de 10.000 personas. Otros vídeos, como en el que cuenta el día a día de una religiosa joven en un convento o en el que habla de los sacerdotes casados, tienen 47.000 y 58.0000 visualizaciones respectivamente. «Algunos habrán accedido al vídeo por curiosidad, al ver tantas visitas, pero es verdad que, de alguna forma, revela que no todo está perdido y que todavía hay interés por la vida religiosa», concluye.