Las manifestaciones de fe también en la tele pública

Decía RTVE que «en el ejercicio de su función de servicio público, tiene encomendado promover el conocimiento de la cultura a la sociedad, prestando para ello adecuada atención a la presencia de contenidos religiosos». Y así lo ha hecho—en contraposición a la televisión catalana, que ha herido la sensibilidad de los creyentes con la innecesaria y desafortunada parodia de la Virgen del Rocío—. Esta Semana Santa RTVE ha retransmitido las procesiones de Mérida, declaradas Fiesta de Interés Turístico Internacional. Las quejas no se han hecho esperar. Qué es eso que la tele de todos turre a los televidentes con algo residual, que por lo visto son las procesiones en las que miles de personas se lanzan a la calle al paso del Señor en la cruz o de la Virgen, en su angustia tras perder a su Hijo.

La llama del cristianismo no está apagada en España y la semana pasada fue prueba de ello. Quienes la tachen de mera religiosidad popular se pierden la oportunidad de entender que hay un gran acercamiento de muchos a la fe a través de ella. Quienes se queden solo en el folclore, sabrán que Dios se manifiesta a través de formas variopintas. Y, mientras, la televisión pública, si es pública, seguirá haciéndose eco de ello.