Hollywood y el Vaticano se rinden ante la madre Francisca J. Cabrini
El Papa ya ha visto Cabrini. Los beneficios de la película sobre la primera santa de Estados Unidos y patrona de los migrantes serán destinados a obras benéficas. Hablamos con su productor, Eustace Wolfington
Groseros. Sucios. Criminales. Retrasados en sus costumbres. Los registros de las oficinas de migración de Estados Unidos dan prueba de que a los más de 14 millones de italianos que llegaron al país entre 1820 y 1924 se les consideraba un pueblo inferior. Hubo una mujer valiente que meció en su regazo a esta población de invisibles al margen de la sociedad. Nacida en 1850 en el pueblecito Sant’Angelo Lodgiano, en el norte de Italia, Francisca Javiera Cabrini quedó huérfana muy joven. Con 30 años fundó las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús y ya entonces soñaba con serlo ella misma. A pesar de su frágil salud y el pánico que le tenía al mar llegó a Nueva York en 1889, donde se topó con el tormento de los que huyen en busca de una vida mejor. Ellos la empezaron a llamar madre Cabrini.
Su legado —presente hoy en 17 países— se ha convertido ahora en una película dirigida por Alejandro Monteverde y producida por Eustace Wolfington, dos sellos que garantizan el éxito. El primero ganó en 2006 el Festival de Cine de Toronto con la cinta Bella y en 2015 arrasó en las taquillas con Little Boy. «No queríamos hacer una película cristiana sin más. A los diez minutos de proyección te olvidas de que es una monja», asegura en conversación con Alfa y Omega el millonario productor ligado a la industria automovilística que se ha afanado en presentar al mundo a la mujer que le hizo perder la cabeza en 1955.
Ese año entró casi por casualidad en una iglesia de Pensilvania que honra a la primera ciudadana estadounidense canonizada por la Iglesia católica. «En ese momento me di cuenta de que estaba delante de una mujer extraordinaria. Líder y gran empresaria, capaz de convencer a cualquiera de que había que ayudar a los pobres», explica. Su gran sorpresa fue que la misionera italiana era una gran desconocida. «Preguntaba a la gente y la mayoría nunca había oído hablar de ella. Es la santa patrona de todos los inmigrantes del mundo, pero su figura es poco célebre fuera del ámbito católico.
55 años más tarde, la hermana Mary Louise Solomon, de la orden fundada por Cabrini, entró en mi despacho. Acaban de escribir un libro sobre ella y me dijo: «¿Nos ayudaría a hacer una película sobre la madre Cabrini?». «Le dije que no, que no podía hacerlo», desliza Wolfington, que al final acabó sucumbiendo ante su insistencia. «Me persiguió durante tres años. Me invitó al santuario de Cabrini en Nueva York… Pero le dije: “Tenemos que hacer una película como la de Gandhi, es decir, que podamos profundizar en la persona que era, más allá de la religión”».
Así comenzó la aventura que ha dado fruto a una de las «películas independientes más caras jamás realizadas, con 40 millones de dólares de inversión». El equipo de producción viajó hasta sus raíces para visitar las inmediaciones de Milán, donde creció. Pasaron por el Vaticano para estudiar su proceso de canonización. Leyeron más de 20 libros sobre ella y siguieron sus pasos por las ciudades estadounidenses donde estuvo. Todo para escribir un guion digno de ser el espejo de una mujer de inquebrantable coraje que nunca se rindió ante un no.
Una de las escenas de la película recoge el momento en el que Cabrini consigue que dos cantantes de ópera reciten en Central Park para lograr recaudar fondos y abrir un hospital. «Era realmente inteligente. Abrió escuelas para los ricos y con el dinero que ganaba, abría escuelas para los hijos de los pobres. Lo mismo hacía con los hospitales», describe. Madre Cabrini tenía grandes dotes para la organización: «La expresión just do it la inventó ella, no Nike», remacha el productor, que estuvo la semana pasada en el Vaticano junto al director, Alejandro Monteverde, para que el Papa viera el largometraje de la patrona de los emigrantes. A Wolfintong no le falta razón: a los pocos días de hacerse monja, Cabrini abrió su primera escuela. Al año de sus votos, siete más. Y cuando llegó a América, llegó a fundar 159: «La primera a los dos días después de su llegada, en el sótano de una iglesia. Recogía a los huérfanos italianos de las calles que se prostituían y les daba ropa limpia para ir a la escuela».
La idea de escoger a una actriz italiana para el papel de Cabrini fue de Martin Scorsese, que también quedó prendado del ímpetu de esa misionera: «Me hubiera encantado que dirigiera él la película, pero en ese momento era imposible, porque todavía estaba rodando The Irishman. Scorsese siempre ha dicho que quería hacer una película sobre un gran italiano que se alejase del mafioso habitual». La actriz elegida fue Cristiana Dell’Anna, conocida por su participación en Gomorra. El reparto se completa con Virginia Bocelli, hija del cantante del mismo apellido y John Lithgow, de la afamada serie The Crown.
La distribución de la película está pensada para realizarse en streaming. Los beneficios serán destinados a obras benéficas para lograr una continuidad entre la obra de la madre Cabrini y esta iniciativa de Hollywood.
1850 Nace en Sant’Angelo Lodigiano (Lombardía)
1889 Llega a Nueva York, donde inicia una misión de ayuda a inmigrantes que se difundirá por todo Estados Unidos, además de por Nicaragua, Panamá, Argentina, Brasil, Francia, España e Inglaterra
1917 Muere en Chicago
1946 Es canonizada por Pío XII