Estar dispuestos - Alfa y Omega

Estar dispuestos

Miércoles de la 1ª semana de Cuaresma / Lucas 11, 29-32

Carlos Pérez Laporta
Ilustración: DALL·E.

Evangelio: Lucas 11, 29-32

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles:

«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.

La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».

Comentario

«La gente se apiñaba alrededor». Quieren estar cerca de Él. Se amontonan a junto a Él. Quieren ver, oír. ¿Por qué les llama «generación perversa»? ¿Qué lee Jesús en la manera de acercarse de esta gente?

Está claro que ve que esa manera de aglomerarse a su alrededor es impersonal, llevada por la inercia colectiva. Jesús ve que se acercan buscando «un signo», un milagro en el peor sentido de la palabra, un signo que nada signifique; le basta la sorpresa el espectáculo. Quieren estar ahí, pero no quieren tomar parte, no quieren realmente participar. Eso implicaría demasiado, exigiría demasiado de ellos.

Por eso alude al «signo de Jonás». Si un proceso de conversión personal como el de los «habitantes de Nínive», de nada sirven los milagros. Hacemos inútil la acción de Dios si nosotros no estamos dispuestos, como lo estuvieron en Nínive, a renunciar a nuestra manera de vivir. Es necesario acercarse personalmente a Él, dejando atrás nuestros criterios propios, para seguir los suyos. La sabiduría de Jesús es superior a la de Salomón: Él es la Sabiduría misma de Dios, que ilumina la vida porque la ha creado. Por esa razón también su predicación llega a ser más urgente que la de Jonás: junto a Él se desvelan todos nuestros pecados.