La voz del Magisterio
El hecho de que tantos líderes religiosos estén aquí juntos con el fin de orar es ya en sí invitación al mundo para que tome conciencia de que existe otra dimensión de la paz y otro camino para promoverla, que no es el resultado de negociaciones, compromisos políticos o acuerdos económicos, sino resultado de la oración que, en la diversidad de religiones, expresa una relación con un poder supremo que está por encima de nuestras posibilidades humanas. El hecho de que hayamos venido aquí no implica intención alguna de buscar entre nosotros un consenso religioso o de entablar una negociación sobre nuestras convicciones de fe. Tampoco significa que las religiones puedan reconciliarse a nivel de un compromiso unitario en el marco de un proyecto terreno que las superaría a todas. Ni es tampoco una concesión al relativismo en las creencias religiosas, ya que cada ser humano ha de seguir con sinceridad su recta conciencia con la intención de buscar y obedecer a la verdad. Nuestro encuentro testimonia solamente —y éste es su gran significado para los hombres de nuestro tiempo— que, en la gran batalla en favor de la paz, la humanidad, con su gran diversidad, debe sacar su motivación de las fuentes más profundas y vivificantes en las que se plasma su conciencia y sobre las que se funda la acción moral de toda persona. (…) En relación a la última plegaria, la oración cristiana, en la serie que todos hemos oído, yo profeso de nuevo mi convicción de que en Jesucristo, Salvador de todos, se encuentra la verdadera paz. Mediante su muerte y resurrección reconcilió el cielo y la tierra. En expresión de san Pablo: Él es nuestra paz. Con los demás cristianos compartimos muchas convicciones y, en particular, lo concerniente a la paz. Con las religiones del mundo, un profundo respeto y obediencia a la conciencia, que nos enseña a todos a buscar la verdad, amar y servir a todas las personas y a todos los pueblos y, por consiguiente, a ser artífices de paz entre los individuos y entre las naciones.
Saludo (1-2) y Discurso final (1-2): Jornada Mundial de Oración por la Paz. Asís (1986)