Cardenal Maradiaga: «Los que solo miran atrás viven con una tortícolis permanente»
El responsable de la reforma de la Curia asegura que las críticas del cardenal Müller al Papa son «exageradas e injustas» y que hay frases hechas basadas «en sentimientos»
Tras el fallecimiento del Papa Benedicto XVI se ha desatado una ola muy crítica hacia el pontificado de Francisco. ¿Cree que el Papa emérito ejercía como muro de contención?
Si Benedicto XVI ejercía como muro de contención de los adversarios de Francisco, me parece poco honesto que, tras haber fallecido, se sientan libres para expresar su pensamiento. Podían haberlo hecho antes. El Papa emérito seguramente no hubiera estado de acuerdo. Amó profundamente a la Iglesia y cualquier cosa que la dañase no le habría agradado. Es de muy mal gusto la fecha de publicación de los libros.
¿La reforma de la Curia, de la que usted ha sido uno de los principales impulsores, ha tenido que ver con estos ataques?
Sí, sin duda. Ya desde los primeros pasos de nuestro trabajo hubo voces disonantes y refugiadas en que siempre se hizo así. Lo hemos visto con la aceptación del Concilio Vaticano II y con cualquiera de los cambios que se han efectuado en los últimos 50 años.
¿Cómo le sientan al Papa las críticas?
Humanamente no le sientan bien, pero como hombre de fe y de profunda oración no perduran ni en su mente ni en su corazón. Él nos ha enseñado a no perder la paz.
Como coordinador del Consejo de Cardenales que ha cristalizado en la Praedicate Evangelium, ¿qué piensa de las palabras del cardenal Müller a que se hayan centralizado decisiones que antes correspondían a los obispos diocesanos?
Esto no es así. Al contrario. Uno de los criterios de la constitución apostólica es la corresponsabilidad en la comunión, es decir, lo que siempre hemos entendido por subsidariedad. Se trata de un principio que, en el espíritu de una sana descentralización, debe ayudar a los obispos a resolver ellos mismos algunas de las cuestiones más cercanas. Ellos son, en definitiva, quienes mejor conocen sus contextos socioeclesiales.
El purpurado alemán usa palabras graves cuando dice que la constitución apostólica nació con «un defecto de fábrica». ¿A qué cree que se refiere cuando habla de un supuesto «sesgo contra Roma»?
Esa afirmación me parece totalmente equivocada y muy subjetiva. Pocos documentos de la Iglesia, como es el caso de la Praedicate Evangelium, provienen de una amplísima consulta a lo largo de al menos cinco años escuchando a todo el pueblo de Dios, como lo certifican las actas de nuestras más de 100 reuniones. A veces hay frases hechas que se utilizan a partir de sentimientos y no de razones. Es falso afirmar que existe un sentimiento antirromano en la mayoría de los continentes.
En parte Müller pone la responsabilidad en los cardenales iberoamericanos. ¿Qué cree que está detrás de sus palabras?
Es una opinión muy personal de él, quien, además, conoce bien nuestro continente, pues vivió algún tiempo en Perú conviviendo en comunidades indígenas. En el cónclave fuimos 115 participantes, de los cuales solo 18 éramos latinoamericanos. Claro que queremos construir una Iglesia, pero a la imagen de Cristo, no de nosotros mismos.
También critica que el Papa está rodeado por un «círculo mágico» sin preparación teológica. ¿Por qué cree que ataca desde el punto de vista teológico las decisiones de Francisco?
Es también una afirmación exagerada e injusta. Para decir eso con propiedad, debía haber hecho un examen de teología a ese denominado «círculo mágico» y publicar los resultados. De lo contrario, es de mucha soberbia considerarse el único teólogo válido. La teología del Papa Francisco está fundamentada profundamente en la Palabra de Dios y en su sólida formación en la Compañía de Jesús. La asistencia del Espíritu Santo en la gracia de estado es una verdad teológica que debe ser tenida en cuenta en esas críticas.
¿Qué ecos ha tenido la implementación de Praedicate Evangelium en la Curia vaticana?
Hay muchos aspectos que ya están funcionando y otros que lo harán en un futuro próximo. Pero las reformas no vienen desde arriba, sino que implican una conversión personal.
¿Son cambios irreversibles?
En la historia de la Iglesia las reformas internas siempre han llevado su tiempo. Me encanta repetir que en la caja de cambios del Espíritu Santo no existe la palanca del retroceso; por consiguiente, claro que se seguirá hacia adelante. Los que solo miran para atrás viven con una tortícolis permanente.
El Papa aceptó la semana pasada la renuncia del cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga como responsable del gobierno pastoral de la archidiócesis de Tegucigalpa y lo sustituyó por el religioso español José Vicente Nácher Tatay. Se trata de una jubilación esperada, ya que Maradiaga cumplió 80 años en diciembre del año pasado. El Código de Derecho Canónico deja claro que los obispos diocesanos deben presentar su renuncia al Papa una vez llegados a los 75 años. De hecho, Maradiaga —que en enero celebró 30 años al frente de la diócesis hondureña— había presentado su renuncia en 2017, pero el Papa le dio un margen de cinco años para dejar atada la sucesión de uno de sus más cercanos colaboradores.