Antoine Coelho: «Al Espíritu Santo le encanta escandalizar»
El sacerdote carismático está en España estos días dando formación y retiros de sanación en diferentes parroquias. «Estamos en el tiempo del Espíritu Santo, para quien quiera verlo»
Los vídeos del padre Antoine Coelho acumulan miles de visitas en YouTube y sus enseñanzas son seguidas por multitud de personas en todo el mundo. De madre francesa y padre portugués, empezó su vida religiosa en los Legionarios de Cristo, donde estuvo 20 años, hasta el año 2013. «Dios me puso en otro carril, porque en el 2010 recibí el Bautismo del Espíritu Santo, que me sanó de muchas heridas, y a partir de ahí entendí que debo llevar la sanación de Dios a muchas más personas».
Con posterioridad a la realización de esta entrevista, la diócesis de Fréjus-Toulon, en la que estaba incardinado Antoine Coelho, ha comunicado la decisión de su obispo, Dominique Rey, de suspender del ministerio sacerdotal al padre Antonio Coelho «por razones doctrinales y morales». Más información en: https://alfayomega.es/la-diocesis-de-toulon-suspende-a-antonio-coelho-y-disuelve-la-casa-del-espiritu-santo/
¿Quién era antes el Espíritu Santo para usted?
Bueno, era la tercera persona de la Santísima Trinidad, el amor de Dios, el que anima la Iglesia, el que inspira a los profetas…, pero algo muy conceptual que tenía en la cabeza. No sabía quién era Él de manera personal, pero en el año 2010 me topé con él.
¿Cómo fue ese encuentro?
Fue una presencia que vino con mucha paz, aunque en ese momento no sentí mucho más. Fueron tres días en un retiro con Myles Dempsey, una figura de la Renovación Carismática en Inglaterra. Me sentí muy bien, pero nada extremo. No sé qué hizo en mí, pero al final de esos tres días yo era una persona muy diferente. Se me fueron muchos bloqueos, miedos, inseguridades… Emprender cosas me parecía algo imposible antes, pero después todo me parece ya factible. Todo se puede hacer porque Dios es poderoso, y todo lo hace Él.
¿Cómo cambió su relación con Dios?
Además de empezar a orar en lenguas, empecé a sentir una mayor intimidad con Dios en la oración, que antes había sido muy árida, muy voluntarista. Empecé a conectar más con Él, incluso de manera más sensible: su paz, su presencia, su amor… Mi intimidad con Él creció mucho.
En el año 2013 dejó la congregación de los Legionarios de Cristo…
Ya en el año 2005 me llegó una luz del Espíritu Santo que me dijo que saldría de la Legión e iría a la diócesis de Toulon. Me parecía una tontería, pero años después, por las cosas que pasaron en la congregación, la dejé y me fui a Toulon, donde vivía un amigo mío exlegionario también. Después, mi director espiritual me dijo que sería bueno conocer más sobre los carismas.
Y así llegó a Inglaterra.
A la comunidad Cor et Lumen Christi, que dirige Damian Stayne. Fui enviado dos años por mi obispo, Dominique Rey. Damian Stayne es un místico, un hombre de mucha oración, muy perfeccionista en el uso de los carismas de sanación, de profecía… Aprendí muchísimo ese tiempo. Él es prudente, pero deja hacer al Espíritu, no tiene esa prudencia que tiene miedo de todo y ahoga la iniciativa de Dios. La verdadera prudencia es hacer lo que el Espíritu Santo quiere hacer aun cuando eso escandaliza, porque al Espíritu Santo le encanta escandalizar.
¿Qué pasó después?
Volví a Toulon y mi sorpresa fue que varias personas me querían seguir. Allí fundé la Holy Spirit House, donde nuestra misión se ha ido afinando con el tiempo. Nuestro carisma es dar a conocer la persona del Espíritu Santo para que la gente tenga una relación apasionada con Él. Tenemos una escuela de misión, trabajamos con los jóvenes para levantar un ejército de misioneros, muchos de ellos casados. Dios está suscitando en muchos jóvenes una llamada a la misión, sin ser sacerdotes ni religiosas.
¿Por qué cree que hay este desbordamiento de vida en el Espíritu Santo más allá de la Renovación Carismática? Parece que la botella se ha descorchado y es imparable…
El movimiento pentecostal nació en torno al año 1900, justo después de que León XIII consagrara el siglo XX al Espíritu Santo. A partir de ese momento explotó en todo el mundo y hoy son más de 300 millones los carismáticos de todas las denominaciones, los hay incluso en el mundo judío mesiánico. Estadísticamente no hay ningún fenómeno en el cristianismo que haya crecido tanto en tan poco tiempo. Estamos en el tiempo del Espíritu Santo, para quien quiera verlo.
¿Cómo es este tiempo?
La humanidad ha cambiado. Estamos en una nueva edad en la que necesitamos vivir la fe de un modo diferente, con una relación con Dios cada vez más cercana y más íntima, no tan vertical como en el pasado. En mi opinión, es una nueva edad marcada por el enamoramiento, al modo del Cantar de los Cantares. Estamos llamados a vivir una relación con Dios mucho más amorosa, de esposo con esposa. Dios quiere acercarse todavía más a nosotros.
Usted habla mucho de fuego…
El Espíritu es fuego, es la época del fuego, del ardor, de la exuberancia. Al enamorado no le puedes guardar en una caja y decirle: «Vas a hablar con tu amada media hora al día». No es así, el reloj no existe. La relación con Dios está saliendo de nuestros parámetros. El Espíritu Santo rompe nuestros esquemas y eso nos escandaliza, sobre todo a aquellos a los que les gusta meterlo todo en una cajita. ¿Cómo puedes guardar el amor en una caja? Es un tiempo caracterizado por una mayor sensación de libertad, porque la obediencia que Dios quiere para nosotros es la libertad en el Espíritu.
¿Cómo evitar que todo este movimiento alrededor del Espíritu santo se convierta en una moda, en el último entretenimiento para católicos? ¿Cómo puede todo esto dejar poso y convertirse en fuego para la evangelización?
Hay que seguir al Espíritu, que es eminentemente creativo. Para que no sea una moda, es necesario no adueñarse de Él, no convertirlo en una cosa que podamos manejar, con la que nos divertimos por un tiempo. El Espíritu Santo no es un videojuego para un rato. Lo que produce es una relación viva, y por eso tenemos que vivirla muy hondamente y dejarnos llevar por Él, por su creatividad. Él abre el camino, con Él no te cansas jamás, es imposible.
¿Es también un tiempo de mayor fraternidad?
Así es. Con Él se entablan relaciones más tiernas, más amorosas, más humanas, menos caracterizadas por la obediencia o la exigencia. Es una nueva etapa, tiene que ser así.
¿Y en la familia?
Hay que poner criterio en casa, por supuesto, pero los padres han de ganarse el corazón de los hijos. ¿Cómo? Pasando tiempo con ellos, de modo individual. Eso ayuda mucho a que la obediencia se viva desde el amor.
¿Y en el matrimonio?
Voy a escandalizar un poco [risas]. Cuando los esposos hacen el amor, Dios hace el amor con el otro a través de ti. Por eso recomiendo mucho que los matrimonios hagan el amor [risas], pero desde una perspectiva mística, que es la más real.