TVE ha echado el resto con el estreno del concurso Todos contra 1. Concebido como una gran apuesta familiar, arrancó la noche del jueves 19 de enero, aprovechando el rebufo de todo un Villarreal-Real Madrid de Copa del Rey, para plantearnos diez pruebas en las que un concursante en plató se pelea pacíficamente por un premio en metálico que puede ir a parar a cualquiera que esté concursando desde casa por medio de la aplicación del programa.
La idea es buena y está bien realizada. La dupla de presentadores, con Rodrigo Vázquez (El cazador) como conductor y Raúl Gómez como el gracioso conejillo de indias que va acompañando los retos, funciona muy bien. Ahora solo queda que no sea Todos contra 1 y la propia TVE contra el programa. Un show familiar de este tipo, que recuerda —salvando todas las distancias y los tiempos— al ¿Qué apostamos? de Ramón García y Ana García Obregón, no puede permitirse una duración tan larga y una emisión a deshora. Aunque es entretenido, falta algo de equilibrio en el guion, porque una cosa es guardar como oro en paño la traca final y otra dejar para el final casi todo lo bueno.
Lo del mal horario en la parrilla de programación es particularmente delicado en este caso, porque no tiene ningún sentido verlo a la carta, ya que la gracia es poder seguir el directo y concursar desde casa. Además, ya puestos a limar cosas, deberían dar un toque cordial a alguno de los famosos invitados y dejar claro que el decoro existe, que encima se trata de la tele pública y que un espectáculo familiar de este tipo no puede permitirse groserías ni lenguaje soez como carta de presentación. A pesar de esos detalles, no menores, Todos contra 1 tiene mucho potencial. Ojalá que la audiencia lo respalde y se pueda mantener en parrilla, en tiempos en los que cada vez menos gente ve la televisión y menos aún en familia, una apuesta familiar.