Comienza la «segunda etapa» del pontificado
El 2023 estará marcado por el décimo aniversario de la elección de Francisco, la JMJ o el Sínodo, una cuestión que considera central
El año 2023 ha comenzado con una celebración histórica: el funeral de un Papa emérito presidido por su sucesor. El año terminará también con Benedicto XVI y el primer aniversario de su muerte, que llegará el 31 de diciembre. Pero si hay algo que marcará especialmente estos 365 días es el comienzo de una «segunda etapa» en el papado de Francisco, según aseveran numerosos expertos en el Vaticano. «El Papa siempre dijo que su pontificado sería corto, ya no tiene a Benedicto XVI —así que podría renunciar sin las muchas complicaciones de tener dos Papas eméritos— y ha terminado la reforma de la Curia», sostiene Javier Romero, director de la agencia Rome Reports. Aún con todo, el Santo Padre «todavía no tiene la idea de renunciar en la cabeza. Como él mismo ha dicho, solo dará un paso atrás en caso de incapacidad y todavía tiene fuerzas y grandes proyectos para seguir adelante con su pontificado».
Uno de los más inmediatos es su próximo viaje a África. La República Democrática del Congo y Sudán del Sur recibirán al Pontífice entre el 31 de enero y el 5 de febrero, lo que demuestra la recuperación física del sucesor de Pedro. «Aunque todavía tiene algunos problemas de movilidad, su rodilla ha mejorado mucho. De hecho, este mismo viaje ya se tuvo que posponer en julio por sus problemas de salud», apunta Romero, que también es el corresponsal de CNN en español. Allí se espera que Bergoglio denuncie la violencia que afecta a la región, especialmente a Sudán del Sur, donde se han recrudecido los combates con grupos armados desde hace dos semanas, y la que reina en Ucrania desde hace casi un año. Las tropas rusas cruzaron la frontera el 24 de febrero, un conflicto que en 2022 dejó más de 200.000 muertos. «La guerra de Ucrania es probablemente de lo que más haya hablado el Papa durante el año pasado, y todos esperamos un nuevo pronunciamiento en el viaje a África», asegura el vaticanista.
A pesar de sus alocuciones, y de que él mismo expresó el deseo de viajar a Kiev, parece que el Santo Padre no se subirá al avión en 2023 para visitar la capital. «Ha dejado muy claro que quiere ir a Kiev, pero si lo hace, según comentó, también tendría que acudir a Moscú, y esto no lo puede hacer si no le dejan», explica Javier Romero, que ve poco probable el periplo. «Es una cuestión complicada. Está muy expuesto a manipulaciones políticas de cualquier tipo».
Otro de los días marcados en rojo es el 13 de marzo, fecha en la que se cumple el décimo aniversario de su elección. «Si bien no creo que haya grandes celebraciones, será un momento de reflexión sobre el presente y el futuro del pontificado». En el horizonte aparece el afianzamiento de la reforma de la Curia, el nombramiento de nuevos cardenales, el juicio por malversación contra el restituido cardenal Becciu y, sobre todo, la JMJ y el Sínodo de la Sinodalidad, que tendrá las asambleas finales en octubre de 2023 y 2024.
• Enero. Del 31 de enero al 5 de febrero: Viaje a R. D. del Congo y a Sudán del Sur
• Marzo. Día 13: Décimo aniversario de la elección del Papa Francisco
• Agosto. Del 1 al 6: Celebración de la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa
• Octubre. Del 4 al 29: Asamblea general del Sínodo sobre la Sinodalidad
• Diciembre. Día 31: Primer aniversario de la muerte de Benedicto XVI
La Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa por fin podrá celebrarse a principios de agosto, después de haberse tenido que retrasar por la COVID-19. Se trata de uno de los grandes eventos del mundo católico, «uno de los más seguidos a nivel mundial, y tiene su importancia desde este punto de vista». Sin embargo, «en los últimos contactos entre el Papa y los jóvenes el mensaje ha sido parecido. Así que no esperamos grandes novedades en cuanto al contenido».
El año se cerrará con el Sínodo sobre la Sinodalidad, «una de las cuestiones más importantes a nivel eclesial para Francisco», asegura el director de Rome Reports. La idea es «reflexionar sobre cómo tiene que tomar las decisiones la Iglesia, cómo dejamos espacio al Espíritu Santo». Se trata de «volver a mirar al Evangelio y ver cómo se decidía en la Iglesia primitiva y aprender de ella». No es un encuentro, concluye Romero, «para colocar determinados temas en la agenda. Desde Roma se ha repetido por activa, pasiva y perifrástica que no es un sínodo para hablar de las mujeres sacerdotes, de la homosexualidad o de la cuestión LGTBI».