La comida en Madrid que fascinó a Benedicto XVI: salmorejo y helado de gin tonic
La Escuela de Hostelería del colegio Fuenllana preparó y sirvió al Papa emérito un menú especial para celebrar el cumpleaños del cardenal Rouco durante la JMJ de 2011
Entre las anécdotas del paso de Benedicto XVI por Madrid para presidir la Jornada Mundial de la Juventud en 2011 hay una todavía inédita. El 20 de agosto, en plena JMJ, el entonces arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela, cumplía años y decidió ofrecer una comida al Pontífice en su casa.
La preparó y sirvió la Escuela de Hostelería del Centro Educativo Fuenllana, de Alcorcón. ¿El resultado? «Lo que más le gustó al Santo Padre fue el salmorejo y el helado del limón con gelatina de gin tonic», revela Inés Peña, profesora de esta institución educativa.
El menú incluía aperitivos varios —desde una tabla de ibéricos o quesos hasta unas cucharitas de corazón de alcachofa con salsa holandesa—, solomillo con salsa al vino tinto o pestiños, tejas y chocolates personalizados con el logo de la JMJ. «Según nos dijo al terminar, fue la comida cumbre de su vida. De hecho, quiso llevarse la minuta para enseñársela a quien le preparaba habitualmente la comida y mostrar cómo le habíamos cuidado», recuerda.
No fueron las únicas palabras del Santo Padre. «Nos habló también de la belleza, y de cómo se puede hacer el bien a través de la preparación de unos platos», confiesa la profesora, que vivió la experiencia con profunda emoción. «Todavía lo recuerdo y se me saltan las lágrimas», asegura en conversación con Alfa y Omega.
De aquella comida, a Peña también se le quedó grabada la reacción de sus alumnos. Muchos le dijeron que incluso habían sentido la necesidad de acercarse al sacramento de la confesión. La presencia de Benedicto XVI, «que transmitía una santidad y una humildad tremenda, también me ayudó enormemente a acercarme muchísimo más a Dios».
Todos estos recuerdos han resucitado en la cabeza de Inés de nuevo estos días cuando el Papa al que le sirvió la comida falleció. «Para mí, Benedicto XVI fue el Papa del amor, y el barrendero que empezó a limpiar las cosas sucias. Estoy ahora releyendo sus escritos y he visto un documental para acercarme todavía más a su figura y legado. Y me está volviendo a impulsar hacia la humildad, valorar las pequeñas cosas de la vida y a querer limpiar la basura de mi corazón», concluye.
En el colegio nunca han olvidado al Pontífice alemán. La vajilla y la servilleta que utilizó se pueden contemplar en una vitrina situada a las puertas del restaurante que la Escuela de Hostelería de Fuenllana tiene dentro de sus instalaciones.