Benedicto XVI, enamorado de España
«El Papa se ha sentido muy bien en España» dijo la última vez que pisó este país, tras la JMJ de Madrid. Antes vino a Valencia, Santiago y Barcelona
Después de su elección papal, Benedicto XVI vino a España en tres ocasiones: en 2006 a Valencia, en 2010 a Santiago de Compostela y Barcelona, y en 2011 a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Madrid. Únicamente hay otro país que visitara tantas veces: su Alemania natal. También antes de ser elegido Pontífice, el cardenal Ratzinger visitó nuestro país hasta en seis ocasiones, pasando por ciudades como Salamanca, Toledo o Murcia. La primera fue en 1989, invitado por la Universidad Complutense de Madrid para clausurar un seminario de teología en los Cursos de Verano de El Escorial.
Su primer viaje a España ya como Sucesor de Pedro tuvo lugar en julio de 2006, para participar en el V Encuentro Mundial de las Familias en Valencia. Nada más aterrizar en el aeropuerto de Manises dijo: «Con gran emoción llego hoy a Valencia, a la noble y siempre querida España, que tan gratos recuerdos me ha dejado en mis precedentes visitas». Benedicto XVI acudió a la catedral de Valencia, donde veneró el Santo Cáliz que, según la tradición, utilizó Jesús en la Última Cena. También rezó en la basílica de la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia, donde pidió a la Virgen por las víctimas de un accidente de metro ocurrido pocos días antes en la capital del Turia, y por sus familias. Un año antes, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero había aprobado la ley que equiparaba el matrimonio civil a las uniones entre personas del mismo sexo. De este y otros temas el Papa conversó con el presidente y la vicepresidenta del Gobierno —entonces María Teresa Fernández de la Vega— en un encuentro privado en el Palacio de la Generalidad Valenciana.
El segundo viaje fue el 6 y 7 de noviembre de 2010. Vino a Santiago de Compostela, con motivo del Año Santo Compostelano, y a Barcelona, para dedicar la basílica de la Sagrada Familia. Entró por la Puerta Santa de la catedral compostelana vestido de peregrino, rezó ante la tumba del Apóstol y abrazó su imagen. En el escudo papal de Benedicto XVI, de hecho, aparece la concha de peregrino. En la plaza del Obradoiro, ante unas 7.000 personas, presidió la Misa y pronunció una homilía con marcado acento europeísta: «Europa ha de abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo, trabajar con su gracia por aquella dignidad del hombre que habían descubierto las mejores tradiciones: además de la bíblica, fundamental en este orden, también las de época clásica, medieval y moderna, de las que nacieron las grandes creaciones filosóficas y literarias, culturales y sociales de Europa». Poco antes, en el avión, el Papa había dicho que «los caminos de Santiago son un elemento en la formación de la unidad espiritual del continente europeo».
Barcelona fue la segunda etapa. En la dedicación de la basílica Benedicto XVI ensalzó la figura de Antonio Gaudí, cuyo proceso de canonización está abierto: «Con su obra pretendía llevar el Evangelio a todo el pueblo. Por eso, concibió los tres pórticos del exterior del templo como una catequesis sobre Jesucristo, como un gran rosario, que es la oración de los sencillos». Antes de dejar la Ciudad Condal el Papa visitó la obra del Nen Déu, que asiste a niños y jóvenes con discapacidad.
De ese segundo viaje apostólico a España quedaron también las palabras que el Santo Padre ofreció en el avión, antes de aterrizar en Compostela: «España ha sido siempre un país originario de la fe. El renacimiento del catolicismo en la época moderna se produjo, sobre todo, gracias a España. Figuras como san Ignacio de Loyola, santa Teresa y san Juan de Ávila, renovaron realmente el catolicismo y diseñaron la fisonomía del catolicismo moderno. Pero también es verdad que en España nacieron una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo, como pudimos ver precisamente en los años 30. Esta disputa, más aún, este enfrentamiento entre fe y modernidad, ambos muy vivaces, ha vuelto a reproducirse de nuevo en la España actual».
Finalmente, del 18 al 21 de agosto de 2011, el Pontífice hizo su tercer viaje apostólico a España. Participó en Madrid en la Jornada Mundial de la Juventud, una de más multitudinarias de la historia, con un millón y medio de jóvenes procedentes de 197 países. Aquellos días Benedicto XVI estuvo en un encuentro con religiosas jóvenes y con profesores universitarios en El Escorial; presidió un vía crucis junto a la plaza de Cibeles, con destacadas obras de la imaginería española de Semana Santa; confesó a jóvenes en el parque del Retiro, y participó en una Misa con seminaristas en la catedral de la Almudena, durante la cual anunció que declararía doctor de la Iglesia a san Juan de Ávila.
En la vigilia de oración en el aeródromo de Cuatro Vientos, el Papa solo pudo leer una parte de su discurso, pues se desató una fuerte tormenta. Pero sí pudo celebrarse la adoración al Santísimo, expuesto en la custodia de Arfe de Toledo. Los jóvenes rezaron en silencio junto al Papa. Al día siguiente, en la homilía de la Misa de clausura, les dijo: «Queridos jóvenes, también hoy Cristo se dirige a vosotros con la misma pregunta que hizo a los apóstoles: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Respondedle con generosidad y valentía, como corresponde a un corazón joven como el vuestro».
Ya por la tarde se reunió con miles de voluntarios que habían trabajado durante los días de la JMJ y visitó el Instituto San José, de los hermanos de San Juan de Dios, donde son atendidas personas con discapacidad. Poco después, los reyes de España despedían a Benedicto XVI en Barajas, donde afirmó que «estos días quedarán hondamente grabados en mi memoria y en mi corazón. El Papa se ha sentido muy bien en España». «España es una gran nación que, en una convivencia sanamente abierta, plural y respetuosa, sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente religiosa y católica».
Colonia. Su primera visita fuera de Italia fue cuatro meses después de su elección, en agosto de 2005, a la JMJ de Colonia, en su Alemania natal.
Polonia. Un año llevaba de Pontífice cuando nos dejó la imagen que todos tenemos en la retina: el Papa alemán rezando en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, en mayo de 2006.
Ratisbona. En septiembre de 2006 pronunció en su antigua universidad el discurso que le supuso un desencuentro con el mundo musulmán.
Brasil. En su primer viaje al continente americano, en mayo de 2007, inauguró la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en el santuario de Aparecida.
Estados Unidos. Era abril de 2008, y fue la primera vez que se reunió con víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes.
Camerún y Angola. Pisó por primera vez África en marzo de 2009 para presentar el instrumentum laboris del Sínodo de los Obispos para África.
Tierra Santa. Dos meses después de África peregrinó a los Santos Lugares y pidió que la solución de dos Estados «se convierta en realidad».
Líbano. Fue el último, en septiembre de 2012. Allí firmó la exhortación apostólica Ecclesia in Medio Oriente.