La «luz del nacimiento del Señor» llega a las personas más vulnerables de Madrid
«Deseo para todos vosotros, hermanos, que la luz del nacimiento del Señor ilumine vuestra vida» e «ilumine la noche de los corazones de los hombres». Así se expresó el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, en su homilía de la Misa del Gallo, celebrada en la catedral de Santa María la Real de la Almudena en la madrugada del 24 al 25 de diciembre.
El purpurado afirmó con contundencia que «no hay Navidad sin Jesucristo; la Navidad ni es la cena ni son los regalos. La Navidad es Jesús, sin Jesús no hay Navidad». Así, el cristiano tiene «la gracia» de poder entregar una «interpretación única de la vida, de la existencia humana». «Todo ser humano tiene sed de ser amado, y en esta noche santa se nos dice que Dios es amor». Él ama al mundo naciendo, aseguró, y Él «no falla nunca».
Con su venida al mundo, Jesús quiso compartir la condición humana, señaló el cardenal Osoro. La de todos los hombres, pero también de «los pobres y olvidados de la tierra», de aquellos «que no tienen sitio en la sociedad». Se refirió en concreto a los pastores, «una clase despreciable» en la época de Jesús. Eran los marginados, «y resulta que el primer anuncio de esperanza y de alegría va dirigido a los pastores».
Dios, continuó, tiene «predilección» por los pobres, y «los discípulos de Cristo» no «podemos ser espectadores», sino acoger a Jesucristo y, así, «interpretar la vida y nuestra existencia» sabiendo que «todos los hombres somos hijos de Dios».
Construyendo la fraternidad
En esta misma línea se había manifestado el arzobispo en su vídeo de felicitación de Navidad, al asegurar que Dios «nos indica un camino de servicio y cercanía a otros, especialmente a los descartados». Él mismo ha querido mostrar esa cercanía compartiendo estos días navideños con los más necesitados.
El pasado sábado, 24 de diciembre, después de comer, bendijo en la catedral a los voluntarios de la IX edición de ¡Nadie sin cenar! La iniciativa, promovida por Jóvenes Madrid y Cáritas Madrid Universitaria gracias a la generosidad del hostelero madrileño Jorge García, repartió 500 cenas de Navidad a los más desfavorecidos en 15 puntos de la ciudad. 300 cajas se coordinaron desde el reparto central y 200 se repartieron en las parroquias de San Juan Bautista, San Francisco de Asís de Vallecas y San Diego de Puente de Vallecas.
Después, ese mismo día, acudió a la cena de Nochebuena organizada por Mensajeros de la Paz, que este año se ofreció en el Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Cerca de 80 personas en situación de calle, beneficiarias de la entidad que preside el padre Ángel, pudieron degustar, en esta nueva Navidad, un cóctel —otras 100 personas cenaron en la iglesia de San Antón—.
El cardenal Osoro, que participó en la entrega de regalos, estuvo acompañado por la vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño; la delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González, y el vicerrector de Relaciones Institucionales de la UCM, Juan Carlos Doadrio.
Un día después, el 25 de diciembre, el arzobispo acompañó a los amigos de la calle de la Comunidad de Sant’Egidio que se reunieron en la iglesia Nuestra Señora de las Maravillas para su comida de Navidad. Se vivió, en palabras de Tíscar Espigares, responsable de la comunidad en Madrid, «un ambiente de familia, y no es retórica porque vivimos ya desde hace años una amistad muy grande».
El purpurado saludó y bendijo a los presentes, y tuvo unas palabras especiales para un grupo de refugiados ucranianos: «Aquí se ve la fraternidad, y la fraternidad construye la paz», les dijo. Una de las mujeres le regaló un detalle típico del país, una bola de árbol de Navidad hecha a mano, y una de las niñas más pequeñas se le abrazó fuertemente. «Él estaba muy agradecido y también muy conmovido».
«Esta es una Navidad más auténtica, la que se ilumina con el Evangelio», continúa Espigares, porque es el Evangelio el que «ilumina donde están los pobres y no las luces de Preciados, que se apagan por la noche». Es, en definitiva, «la Navidad encarnada».
La celebración había comenzado con la Eucaristía, presidida por el vicario episcopal para el Cuidado de la Vida, Javier Cuevas, y después se dio paso a la comida, que se había organizado en otros tres sitios de Madrid de forma simultánea. Fueron más de 1.000 personas las convidadas, pero también hubo kits similares a los que se entregaron en los peores años de la pandemia para quienes fue «imposible» sentar a la mesa. Este año también hubo regalos. «Me han regalado un saco de dormir. Es justo lo que necesitaba. ¡Ha sido Dios!».
Misa en Soto del Real
El arzobispo de Madrid también quiso compartir con los presos la Navidad. Así, este martes, 27 de diciembre, acudió a la cárcel de Soto del Real para celebrar una Misa y pasar un rato juntos. «Son días muy tristes para ellos», señala Paulino Alonso, el capellán, y aunque «lo tienen asumido, lo pasan muy mal». Echan de menos, más si cabe, a su familia. Por eso, visitas como la del cardenal Osoro «los animan; hablar con ellos y estar con ellos les da mucha alegría».
A la celebración acudieron cerca de 200 personas entre internos, funcionarios y autoridades, entre ellas el secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz. Además, contaron con un «coro especial», ya que acudió el compositor César Hidalgo e interpretó su Misa para el siglo XXI. «Fue espectacular», igual que todo lo que les transmitió el purpurado, que «fue conmovedor», concluye el sacerdote.
Continúan las celebraciones en la catedral
El arzobispo de Madrid presidirá en el primer templo de Madrid el resto de celebraciones navideñas. Este viernes, 30 de diciembre, tendrá la Misa de la Sagrada Familia, a las 19:00 horas. Previamente, recibirá a las familias, de 16:30 a 18:30 horas.
Este domingo, 1 de enero, presidirá la Misa de Santa María, Madre de Dios y Jornada Mundial de la Paz, a las 12:00 horas, y el viernes 6 de enero, la Eucaristía en la solemnidad de la Epifanía del Señor, a las 12:00 horas.
En la catedral también se ha instalado el tradicional belén, este año con el rey Gaspar como conductor de la historia de su encuentro con Jesucristo.