La verdad es Cristo - Alfa y Omega

La verdad es Cristo

Lunes de la 3ª semana de Adviento / Mateo 21, 23-27

Carlos Pérez Laporta
Cristo en la Sinagoga. Obra de Nikolai Gen. Proyecto the Vanderbilt Divinity Library, Nashville, Tennesse, Estados Unidos.

Evangelio: Mateo 21, 23-27

En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes
y los ancianos del pueblo para preguntarle:

«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?».

Jesús les replicó:

«Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad
hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?».

Ellos se pusieron a deliberar:

«Si decimos “del cielo”, nos dirá: “¿Por qué no le habéis creído?” Si le decimos “de los hombres”,
tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta».

Y respondieron a Jesús:

«No sabemos»

Él, por su parte, les dijo:

«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».

Comentario

Los sacerdotes y ancianos del pueblo judío esperan una verificación objetiva de la identidad de Jesús. Buscan que encaje en sus parámetros, que coincida con elementos comprobables que cuadren en sus esquemas. En el fondo quieren reducir la Verdad de Jesús a una idea. Pero la verdad de Jesucristo es su misma Persona: Él es la Verdad. La verdad es enteramente personal en Jesús. Su identidad es la verdad de Dios y la verdad de los hombres. La verdad no es una frase, o una filosofía, o una teología. La verdad es Cristo mismo en Persona.

Por eso quien no se implica con la verdad de Juan no podrá conocer la Verdad que Jesucristo. «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto», les dice Jesús. Solo quien, con Juan, arriesga el todo por el todo, quien se atreve a esperar realmente a Dios, podrá descubrirle en Jesucristo. Si nuestra mirada sobre Juan es calculadora, si tratamos de evitar los riesgos de una esperanza por encima de nuestras capacidades, si eludimos la necesidad de esperarlo todo, entonces no veremos a Jesús entre nosotros. Le miraremos también con cálculos que empobrezcan su realidad.