Es posible el cambio del corazón - Alfa y Omega

Es posible el cambio del corazón

Redacción

La tradicional subida al santuario de Aránzazu fue, el pasado sábado, el escenario de una invitación muy concreta: que los cristianos, y toda la sociedad vasca, se involucren para conseguir un futuro en paz, lejos de la violencia. Ante una basílica abarrotada por cientos de fieles, monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, pidió a la Virgen que «se complete el proceso del fin de la violencia iniciado, con la entrega de las armas por parte de ETA y con su disolución».

En el encuentro, que congregó a los participantes en torno al lema Busca la paz y corre tras ella, el obispo de San Sebastián recordó que el fin del terrorismo debe «ir acompañado de actitudes de humildad y arrepentimiento», porque, añadió, «el reconocimiento del daño causado no deja de ser una mera constatación de un hecho histórico. Es necesario dar un paso más». Para eso, monseñor Munilla se puso a disposición de todos, «para buscar la verdad que sana y reconcilia» y para que, más allá del cese de las armas, «alcancemos el cambio de los corazones».

Que se produzca «el milagro de la sanación de tantas heridas abiertas por la violencia, así como el don de la reconciliación en nuestro pueblo», fue otra de las peticiones del obispo. Algo que, en muchas ocasiones, «no es visible o evaluable política y sociológicamente, y sólo tiene lugar en el corazón», pero que, cuando ocurre, «cambia la Historia». Así lo indicó durante la rueda de prensa previa a la celebración, donde señaló que el encuentro en torno a la Virgen era una continuación de los que tuvieron lugar a principios de la Cuaresma en las tres diócesis vascas, en los que se dieron «hechos que se escapan de lo medible».

Y recordó cómo una viuda, cuyo marido fue asesinado años antes, fue en su busca al término de la celebración y le dijo, «emocionada, que había vivido odiando muchos años, pero que, durante la Misa, había recibido la gracia de poder rezar por quien mató a su marido». Ella «se sintió liberada y pidió a Dios la conversión de ese hombre», añadió monseñor Munilla.

También hizo alusión a la visita de unos padres, cuyo hijo está encarcelado «por actos de terrorismo»:

«Fueron a orar por él y pidieron que su hijo complete los pasos en el camino de reinserción, además de rezar por aquellos a quienes su hijo pudo hacer daño».

Ésta es la tarea de la Iglesia, recalcó: «Ser instrumento de paz y de reconciliación».