El Papa critica a quien «expone teorías» sobre la pobreza «pero no conoce ni a un pobre» - Alfa y Omega

El Papa critica a quien «expone teorías» sobre la pobreza «pero no conoce ni a un pobre»

En el día de difuntos, Francisco ha celebrado la Misa en San Pedro en sufragio de los cardenales y obispos fallecidos a lo largo del año

José Calderero de Aldecoa
Francisco durante la Misa. Foto: Reuters / Guglielmo Mangiapane.

La homilía del Papa de la Misa de difuntos celebrada en la basílica de San Pedro este miércoles 2 de noviembre en sufragio de los cardenales y obispos fallecidos a la largo del año se puede resumir en dos palabras: Expectación y sorpresa. La primera de ellas «expresa el sentido de la vida, porque vivimos en la anticipación del encuentro de Dios». De hecho, «todos vivimos a la espera, en la esperanza de escuchar un día aquellas palabras que Jesús nos dirige: “Venid, benditos de mi Padre”».

En realidad, es la espera del cielo, donde Jesús «eliminará para siempre la muerte» y «enjugará las lágrimas de todo rostro», ha recordado el Pontífice. «¡Es hermoso cuando el Señor viene a secar las lágrimas!», ha afirmado al mismo tiempo que ha advertido contra la tentación de «esperar que sea otro, y no el Señor, quien las borre». El Santo Padre también ha criticado el hecho de «no tener lágrimas».

Asimismo, Francisco ha advertido contra «el riesgo de aspirar continuamente a cosas que pasan, de confundir deseos con necesidades, de anteponer las expectativas del mundo a la espera de Dios». En este sentido, el Papa ha asegurado que «perder de vista lo que importa para ir tras el viento sería el mayor error de la vida». Como ejemplo, el Santo Padre ha hablado de «las mejores carreras», las «riquezas» o los «premios más prestigiosos». Todo eso «desaparecerá en un instante y toda expectativa puesta en ellos quedará defraudada para siempre».

Dios en los pequeños

Para hablar de la sorpresa, el Pontífice ha recurrido al capítulo 25 de Mateo, cuando los protagonistas del pasaje le preguntan al Señor «¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber?». La respuesta es sorprendente. «Todo lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis». A lo que el Santo Padre ha añadido: «El Altísimo parece estar en los pequeños. Los que viven en los cielos están entre los más insignificantes para el mundo».

En este sentido, el Papa ha instado a «amar gratuitamente y a fondo perdido, sin esperar reciprocidad, a los que están incluidos en su lista de preferencias, a los que no pueden devolvernos nadad, a los que no nos atraen». Después de esta invitación, Francisco ha contado que esta misma mañana ha recibido una carta de un capellán protestante que atiende a niños huérfanos en Ucrania y «me emocioné».

Por último, el Pontífice ha pedido tener cuidado y «no endulzar el sabor del Evangelio» o «atenuar el mensaje de Jesús». Los que lo hacen son quienes tienen siempre un sí en la boca, pero luego hacen no. «Los cristianos que comentan, debaten y exponen teorías, pero no conocen ni siquiera a un pobre por su nombre, no han visitado a un enfermo durante meses, nunca han alimentado o vestido a alguien, nunca han hecho amistad con alguien en necesidad».