Un testigo de Jesucristo - Alfa y Omega

Un testigo de Jesucristo

«Monseñor Müller es uno de los teólogos más relevantes del momento», escribe el profesor don Gerardo del Pozo, que ha compartido varios años de docencia con el recién nombrado prefecto en la Facultad de Teología —hoy Universidad— San Dámaso, de Madrid. Recuerda el profesor del Pozo estas elocuentes palabras de Benedicto XVI al hasta ahora obispo de Ratisbona: «Nadie puede dudar de lo que buscas: dar testimonio de Jesucristo»

Gerardo del Pozo Abejón
Monseñor Gerard L. Müller, ante su catedral de Ratisbona.

Benedicto XVI acaba de nombrar a monseñor Gerhard Ludwig Müller, hasta ahora obispo de Ratisbona (Alemania), prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que conlleva la presidencia de la Pontificia Comisión Bíblica, la Comisión Teológica Internacional y la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, encargada del diálogo con la fraternidad de San Pío X. Al mismo tiempo, ha recibido del Papa la dignidad de arzobispo. Sucede en el cargo al cardenal William Joseph Levada, que se jubila por razones de edad.

Monseñor Gerhard L. Müller nació en Maguncia-Finthen (Renania-Palatinado) el 31 de diciembre de 1947. Estudió filosofía y Teología en Maguncia, Munich y Friburgo, donde se doctoró e hizo la tesis de habilitación con el entonces profesor doctor Karl Lehmann, después Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana. Fue ordenado sacerdote en 1978. En 1986, fue llamado a ocupar la cátedra de Teología Dogmática en la Universidad Ludwig-Maximilians de Munich. Allí permaneció hasta 2002, en que fue nombrado obispo de Ratisbona.

Durante los años en Munich, fue profesor invitado en numerosas universidades, Facultades de Teología y Seminarios de todo el mundo: Santiago de Compostela, Salamanca, Philadelphia (USA), Kerala (India), Universidad Lateranense (Roma), Lugano (Suiza) y Sao Paulo (Brasil), pero sobre todo Cuzco (Perú) y la Facultad de Teología San Dámaso, de Madrid. Viajó cada año para dar clases de Teología, retiros y charlas en Cuzco, Lima, Callao, Sao Paulo y otras ciudades de Iberoamérica. Ha vivido meses enteros con los habitantes de una parroquia próxima al lago Titicaca, en las fronteras de Perú con Bolivia. Inició así un diálogo fecundo con Gustavo Gutiérrez sobre la teología de la liberación: el teólogo peruano fue acogiendo el discernimiento teológico del alemán, y éste, haciendo propio el aliento evangélico a favor de los pobres que movía al primero.

En la Facultad de Teología San Dámaso impartió siete cursos de Licenciatura en el bienio de Teología Dogmática, y participó en diversos congresos, cursos de verano y jornadas de estudio. No es exagerado decir que es un amigo de la Universidad San Dámaso y que ésta se ha alegrado de su nombramiento. Llegó de la mano de nuestro cardenal Antonio María Rouco Varela, que le conocía y apreciaba como profesor invitado en el Seminario de Santiago de Compostela.

Monseñor Müller es uno de los teólogos más relevantes del momento. Lo prueba el hecho de que la Conferencia Episcopal Alemana y diversos dicasterios de la Santa Sede le pidieron su colaboración como perito teológico desde sus primeros pasos como profesor en Munich. Desde 1998 hasta 2002, fue miembro de la Comisión Teológica Internacional. Ha sido perito teológico en numerosos Sínodos celebrados en Roma. Es doctor Honoris Causa por diversas Universidades Católicas: Lublin (14 de septiembre de 2004), Cardenal Stefan Wyszynski, de Varsovia (9 de enero de 2007), y Lima (24 de septiembre de 2008).

Colaborador de nuestra alegría

Entre sus más de cuatrocientas publicaciones científicas, destaca su Dogmática católica: estudio y práctica de la teología, traducida a varios idiomas. Benedicto XVI ha ponderado más de una vez la competencia teológica del nuevo Prefecto y valorado de modo especial este libro: «Una obra maestra de esta disciplina», en la que Müller «penetra en las cuestiones críticas de nuestro tiempo y encuentra respuestas que dan a la fe nueva fuerza en el presente»; «Único manual de teología, que se encuentra en el mercado, que ha sido escrito por un único autor y muestra así el mundo de la fe católica en su unidad interna». Nada tiene de extraño que el Papa le haya encargado dirigir la publicación de sus Escritos reunidos, en el marco del Instituto Benedicto XVI, por él fundado en Ratisbona; así podemos comprender también los motivos de su actual nombramiento.

Quiero concluir con palabras de Benedicto XVI en la carta que le envió en el 60 aniversario de su nacimiento y el 30 de su ordenación sacerdotal: «Como obispo de Ratisbona, has elegido el lema Dominus IesusJesús es el Señor (Rom 10, 9; 1 Cor 12, 3)—. De este modo, has fijado un programa: Cristo está en el centro del ministerio episcopal. Él es el centro de nuestra existencia. Nadie puede dudar de lo que buscas: dar testimonio de Jesucristo, en el que Dios nos ha mostrado su rostro y nos ha abierto su corazón. En el sesenta aniversario de tu nacimiento, te deseo que el Señor te ayude a ser siempre un testigo fiel y un colaborador de nuestra alegría». Que así sea y así lo pueda sentir nuestro Papa en la alta tarea de colaboración que ahora le ha encomendado.