De los toros fuera del coso - Alfa y Omega

De los toros fuera del coso

Javier Alonso Sandoica

Estamos en el entretiempo de dos grandes ferias de toros, la de Pamplona, que se nos marchó, y la de Bilbao, que llegará en agosto. Mientras, los aficionados tenemos mucha tralla que leer. De Juan Belmonte, matador de toros se ha dicho que es una de las mejores biografías escritas en España durante el siglo XX. Su autor es Chaves Nogales, y en su obra está todo lo humano que, en cualquier época, debemos recordar para recuperar altura: actitud conciliadora, espíritu de lucha y sacrificio, etc. Libros del asteroide acaba de reeditar la obra. Pero yo me he dedicado a Toros sí, de Salvador Boix, el apoderado de José Tomás, que escribiera este ensayo durante la convalecencia del matador, después de la gravísima cogida en Aguascalientes. Lo hizo quizá por distraerse y enjaezar su pensamiento en partes iguales, sobre todo después del dolor por la prohibición de los toros en Cataluña, aprobada por su Parlamento en julio de 2010. La obra es una reflexión sobre el arte de torear y la expresión de aquel disgusto, que no reprime. En las Canarias se prohibieron los toros en una ley de 1991. En su artículo 5.1, habla de la prohibición de utilizar animales en peleas, fiestas, espectáculos y otras actividades que conlleven maltrato, crueldad o sufrimiento. Pero el 5.2 exceptúa y admite la celebración de peleas de gallos en los municipios en los que hay costumbre. Vamos, que la solución jurídica atiende más al espíritu de la tradición del terruño que al sufrimiento del bicho.

Lo ocurrido en Cataluña, según Boix, sigue escrupulosamente la legislación canaria: se prohíben las corridas y se blindan por ley los correbous. Hay que recordar que los estudios realizados por el Director de Fisiología Animal, de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense, afirman que los toros en el ruedo liberan betaendorfinas, también conocidas como hormonas de la felicidad, que bloquean los receptores del dolor en el sitio en el que éste se produce. Pero lo más valioso de la obra de Salvador Boix es, digamos, su apartado poético, la exaltación ponderada de la fiesta, cuando recuerda el referente ritual intrínseco en el ser humano, aquello que nos hace profundamente disímiles al animal, capaces de crear una representación simbólica que aúna valor, inteligencia y arte. Un trazado fugaz que nos ayuda a reflexionar sobre la muerte.