Monseñor Agostino Marchetto: El Concilio sólo se comprende desde la fe - Alfa y Omega

Monseñor Agostino Marchetto: El Concilio sólo se comprende desde la fe

El arzobispo Agostino Marchetto, de 71 años, es considerado como el historiador, en estos momentos, más competente respecto al Concilio Vaticano II. Además de dedicar su vida al estudio de aquella cumbre eclesial, ha sido nuncio apostólico de Juan Pablo II en varios países y Secretario del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes. El prelado italiano acaba de publicar, en italiano, junto al cardenal e historiador alemán Walter Brandmüller y al teólogo italiano Nicola Bux, el libro Las «claves» de Benedicto XVI para interpretar el Vaticano II

Jesús Colina. Roma
Un grupo de cardenales, presididos por el Papa Pablo VI, durante la celebración del Concilio Vaticano II.

¿Cuáles son las claves para comprender el Concilio Vaticano II?
Hay dos claves. La primera es que debemos interpretar el Concilio Vaticano II en clave de reforma, en la continuidad. El Papa, en su famoso discurso del 22 de diciembre de 2005, añade que la interpretación opuesta ha creado confusión y dificultades; se trata de la clave de la ruptura y de la discontinuidad.

El Santo Padre nos ha dado la clave de la correcta interpretación del Concilio, algo que ya había preocupado a Pablo VI. Pero ahora ha añadido otra clave, que ya estaba implícita, gracias a la luz que ofrece el Año de la fe. Es decir, la otra clave de interpretación del Concilio es precisamente la fe: tenemos que tener en cuenta que no es posible comprender la Iglesia si no se contempla con los ojos de la fe, si no aceptamos la presencia del Espíritu, de manera particular, por ejemplo, durante un Concilio ecuménico. Con nuestro libro, hemos mostrado que existe una base científica que fundamenta esta interpretación que ofrece el Santo Padre.

El Papa ha convocado el Año de la fe y el Sínodo de los Obispos del mundo sobre la nueva evangelización, en octubre próximo, con motivo del cincuentenario del Vaticano II. ¿Es una simple coincidencia?
La evangelización tiene varios significados: recuerdo, por ejemplo, que la primera evangelización, en particular en territorios en los que no hay libertad religiosa, es la caridad. Precisamente he estudiado recientemente uno de los grandes documentos del Concilio Vaticano II, el Decreto Ad gentes, y me ha impresionado la belleza, la bondad, la profundidad de este documento, en la línea de una evangelización entendida con varios nombres: el testimonio, la Buena Nueva. Este documento debe enmarcarse junto a los demás documentos de la Iglesia que dicen algo sobre la evangelización: por ejemplo, sobre el diálogo interreligioso, sobre la libertad religiosa. Me he encontrado con un estudio muy hermoso de Joseph Ratzinger, escrito cuando todavía era cardenal, en el que afrontaba precisamente este tema. En él pone en relación la evangelización con los demás documentos aprobados por el Concilio Vaticano II.

Volvamos al tema de la interpretación de la ruptura del Concilio, en oposición a la interpretación de la reforma, que han promovido los Papas. ¿Cuál prevalece hoy en el seno de la Iglesia?
Por desgracia, tengo que decir que prevalece la de la ruptura. Es más, diría que se ha tomado conciencia de que no sólo una franja extremista, sino también los movimientos tradicionalistas hoy dicen los mismo. Para ellos, se dio una ruptura. Por tanto, hay mucho trabajo por hacer.

¿Cuál es la contribución que ofrece este Papa a la interpretación del Concilio?
En nuestro libro, el cardenal Brandmüller la ilustra al presentar el Concilio Vaticano II a la luz del trasfondo de todos los Concilios ecuménicos, y presenta el carácter específico del Vaticano II en la línea de la Tradición. Por mi parte, subrayo la continuidad, teniendo en cuenta que la renovación ha tenido lugar gracias al consenso y el diálogo, por tanto, una renovación en la continuidad. Hay que tener en cuenta los dos elementos (tradición y renovación), pues así es la Iglesia católica, y el Concilio es un icono de la Iglesia católica. Es necesario caminar juntos en la visión de nuestra realidad del mundo de hoy, pero teniendo también presente nuestra fidelidad al patrimonio que hemos recibido. Éste es el aspecto fundamental de la continuidad.

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