Farm of Francesco: «Adaptamos la agricultura a la estructura del suelo»
Las técnicas agrícolas usadas en las últimas décadas son las responsables, en parte, de la falta de fertilidad del suelo de muchas de las plantaciones de nuestro planeta. El uso de fertilizantes nitrogenados y pesticidas procesados con una muy alta demanda de energía fósil ha acabado matando la estructura orgánica del terreno dejándolo estéril.
Frente a este sistema alimentario —fabricado para satisfacer las ganancias y el impacto económico, sin tener en cuenta los aspectos sociales y la salud del medio ambiente—, un grupo de jóvenes agricultores de diferentes nacionalidades ha apostado por la ecología integral, con una aplicación práctica de la llamada economía regenerativa. El proyecto Farm of Francesco —avalado por el modelo de economía sostenible e inclusiva por el que aboga el Papa— ha puesto en marcha un sistema para la recuperación del suelo con la idea de que vuelva la actividad microbiana a la tierra con una perspectiva social.
Tienen un programa para agricultores en Ibadan (Nigeria) que les forma en emprendimiento económico y reivindica el valor de ser comunidad. «Uno de nuestros pilares es la construcción de alianzas sociales en la propia comunidad local. También potenciamos la voz de los productores tejiendo puentes con la FAO, la Santa Sede, el sector universitario y la sociedad civil. Creamos redes y generamos soluciones que no sean aisladas, sino sistemáticas. Para cimentar una ecología integral concreta y real hay que compartir experiencias», explica Maria Virginia Solis Wahnish, emprendedora social argentina y cofundadora de esta iniciativa que tiene alrededor de un año y medio de vida.
Los jóvenes agricultores de Farm of Francesco están convencidos de que pueden producir los alimentos que precisamos potenciando la red alimentaria del suelo. Por eso, implementan en el campo prácticas «que respeten los circuitos de la naturaleza», según Solis Wahnish. En Nigeria cuentan con un terreno de 2.500 metros cuadrados en los que se cultivan diversos árboles y hortalizas: «Adaptamos la agricultura a la estructura del suelo. Estudiamos el nivel de minerales que contiene, el PH, los circuitos de agua… Diseñamos la granja teniendo en cuenta que sean productos que se puedan comercializar en los lugares donde se inserta la granja, asegurando la soberanía alimentaria de los productores», incide. Este esquema —que en la práctica retorna a los orígenes de las plantaciones— también se extiende a la agricultura. «Tenemos un planteamiento holístico que incluye el rol de la agricultura y la ganadería en conjunto», recalca. De hecho, no es difícil ver a animales que pastan entre frutales y huertas, mientras las bacterias y los hongos vuelven a formar parte del ecosistema del terreno.
Pero, antes de ponerse a cambiar prácticas de agricultura, se centran en la persona. «Seguimos el modelo de ecología integral que plantea Laudato si. Hay que entender que la crisis ambiental es consecuencia de la crisis social», concluye.