Eduardo Navarro: «La sociedad vive una versión deficitaria de la sexualidad»
Este curso invitaremos a asomarse a estas páginas a distintos expertos para hablar sobre afectividad y sexualidad. Comenzamos con Eduardo Navarro, docente y director del área de Madrid del programa Aprendamos a Amar del Instituto Desarrollo y Persona de la Universidad Francisco de Vitoria. Él se acerca cada año a niños, jóvenes y adolescentes —también a padres— para mostrar la belleza de la sexualidad, «una dimensión que abarca a toda la persona y que se educa —dice— por acción y omisión». Sin tabúes.
¿Sigue siendo la sexualidad un tema tabú en las familias?
Ya no. Quizás sí es tabú la palabra, pero es un tema del que se habla en la sociedad. Es cierto que los padres podemos tener ciertas reticencias a sacar el tema con nuestros hijos, porque pensamos que todavía son muy niños y vamos aplazando el momento, pero no somos conscientes de que pueden estar escuchando estos temas en el patio o teniendo algunas experiencias.
¿A qué edad hay que empezar a hablar de esto con ellos?
Depende de lo que entendamos por sexualidad. Nosotros la entendemos en el marco de la educación para el amor y a amar se enseña desde pequeñitos. La sexualidad es una dimensión que abarca a toda la persona y se educa, queramos o no, por acción o por omisión desde el seno materno. Otra cosa es, como pasa hoy, si se entiende como hacer cosas, como nos dicen los chavales de ESO. La sexualidad es ser y estar en el mundo como hombres o mujeres, los dos modos, iguales en dignidad y diferentes en algunos ámbitos. Cuando les preguntamos cuando empieza la sexualidad nos responden que entre los 14 y los 16. Y luego nos dicen que termina entre los 40 y 45. No, la sexualidad no termina nunca.
¿Están los padres preparados?
Lo estamos porque tenemos el vínculo con los hijos. Se educa a través del vínculo y del amor. Somos indispensables en esta tarea. Otra cosa es que en determinados momentos necesitemos ayuda para aclarar un término o formarnos. Es importante que no deleguemos en este asunto. Existe el peligro de que otro eduque a nuestros hijos y le transmita valores y contenidos con los que no estamos de acuerdo.
¿Cuáles son las principales dificultades?
El entorno externo a la familia: la sociedad, las series… En medio de todo este ruido, de muchas cosas que hay en nuestra vida, se nos olvida lo esencial y recuperar los momentos de escucha con el hijo, de pasar tiempo a solas. La educación es una relación. Al hijo hay que decir que le queremos incondicionalmente. Tiene que haber ternura, pero también exigencia.
¿Cómo viven los jóvenes y adolescentes de hoy la sexualidad?
Como hijos de su tiempo. A veces con confusión, con pruebas prematuras. Es necesario insistir en que hay tiempo para todo y que llegará. La etapa más crucial es la ESO, pero en los colegios nos dicen que ya hay comportamientos no adecuados en cursos anteriores. Un gran problema es la pornografía, que distorsiona la belleza de la sexualidad. La pornografía elimina la ternura, la visión adecuada sobre el otro y pone el placer como un fin y no como un medio.
¿Es el gran problema?
Es el síntoma de que algo no funciona. El gran problema es no comprender bien qué es la sexualidad. En todas las épocas hay algo que se atranca y en la nuestra es esta, porque la hemos rebajado, concentrado en una sola parte del cuerpo o identificado solo con placer. La sociedad vive una versión deficitaria de la sexualidad. Las consecuencias son las relaciones tóxicas, el maltrato, la violencia, la pornografía… Cada vez saltan más las costuras y se notan las grietas de esta cultura y de los efectos que tiene el modo actual de vivir la sexualidad.
¿Qué es lo que les interesa del sexo a los adolescentes y jóvenes a los que impartís talleres?
A partir de 3º de ESO empiezan a preguntar a qué edad se pierde la virginidad y cómo se mantienen relaciones sexuales sin quedarse embarazada.
¿Y qué les contestan ustedes?
Cuando pregunta por la píldora o el preservativo, o sobre los métodos más eficaces, nosotros les presentamos los datos objetivos. También les hacemos una propuesta: se pueden vivir las relaciones desde el riesgo o desde la importancia que tiene ese gesto, que no es un gesto adolescente. La relación sexual implica poder responder a dos grandes significados: la unión y la vida. Se trata de preguntarse si el gesto que voy a hacer significa que doy todo a la otra persona y que si viene la vida la vamos a poder acoger y nos va a unir más. Si se responde a una que no, a lo mejor no es el momento. Esta es la teoría. Pero no sirve de nada sin adultos ni amigos que acompañen.
¿Cómo ofrecer esta propuesta en positivo?
No podemos anunciar esto si no somos creíbles, si no presentamos modelos, personas reales con defectos, en la familia, en la pareja, en la amistad, donde se les pueda decir que esto se puede vivir de otra manera. Hay novios que han decidido vivir así o amigos que viven la amistad de esta manera. Tenemos que presentar modelos reales. No somos como los demás, somos los demás.