La iglesia y el Hospital de la Santa Caridad, de Sevilla. La Belleza que brota de la Caridad
Desde 1663, año en que fue nombrado Hermano Mayor de la Santa Caridad, hasta su muerte en 1679, el Venerable don Miguel Mañara dedicó su vida y su fortuna al consuelo de los pobres —en especial a los que nadie quiere— y a la terminación y embellecimiento de la iglesia de San Jorge, del mismo Hospital de la Santa Caridad
El Hospital de la Santa Caridad, de Sevilla, fue labrado por don Miguel Mañara utilizando las Atarazanas Reales, fundadas por Alfonso X el Sabio. Construyó tres grandes salas, dos de ellas con columnas toscanas apeadas sobre pedestales, amén del hospicio para peregrinos. A través del patio, se accede a la contigua iglesia de San Jorge, llamada también Templo del desengaño, que responde a un modelo iconográfico ideado por el Venerable, y representado por 8 pinturas y el grupo escultórico del retablo. Para ello, se sirvió de Murillo y Valdés Leal, hermanos de la Santa Caridad, además de Pedro Roldán. Se conserva como se pensó en el siglo XVII.
El programa, en síntesis, nos dice: es evidente que moriremos y seremos juzgados (pinturas de Valdés Leal) y el medio para conseguir la salvación es la práctica de la Caridad (obras de misericordia de Murillo). La última obra de misericordia: enterrar a los muertos, se representa en el retablo de la capilla mayor, en el impresionante Entierro de Cristo, de Pedro Roldán.
La iglesia, Sala de Cabildos, etc., atesora otras muchas obras de arte que este limitado espacio nos impide enumerar.
Oigamos a Miguel Mañara:
«El que trata de oración, no acordándose de su hermano pobre y desamparado, ¿qué diremos de esta oración? Sino lo que dijéramos de un árbol lleno de hojas y sin fruto.
Sirvamos con nuestras personas a Dios, que la misma diferencia que hay de nosotros a nuestros bienes, ella misma hay en la obras hechas por nuestras personas o con nuestra hacienda. Hacer con perfección el oficio que Dios nos ha repartido nos toca, y no gobernar su Providencia.
Tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, estuve desnudo y no me vestisteis. Parece que no se acuerda Cristo Nuestro Señor de otros pecados, porque el que no tiene caridad está expuesto a tenerlos todos.
No seamos tan desdichados que, poniéndonos a Lázaro a la puerta, imitemos al rico avariento; que teniendo a Cristo pobre por compañero, lo vendamos como Judas.
La Casa de Dios Nuestro Señor es muy diferente: bástanos pelear para ser coronados, que Dios vencerá por nosotros. A la hora de la muerte, estará la misericordia que usaron con los pobres pidiendo a Dios su misericordia para con vuestras mercedes. ¿Cuántas veces se ha aparecido Jesucristo entre los andrajos de los pobres, para santificación de muchos?».
Comisión pro beatificación del Venerable don Miguel Mañara