El Papa recuerda que «la fe es un fuego», no «una nana que nos adormece»
En el ángelus pide ayuda para Somalia, víctima de una sequía no vista en 40 años
Al concluir el ángelus de este domingo, el Santo Padre ha querido llamar la atención sobre la crisis humanitaria que padece Somalia y otras zonas del Cuerno de África. La sequía que ya dura dos años ha provocado un millón de desplazados.
«Deseo llamar la atención sobre la grave crisis humanitaria que afecta a Somalia y a algunas zonas de países limítrofes. La población de esta región, que ya vive en condiciones muy precarias, se encuentra ahora en peligro de muerte a causa de la sequía. Deseo que la solidaridad internacional pueda responder eficazmente a tal emergencia», ha dicho el Santo Padre quien ha lamentado además que otras emergencias más recientes como la guerra acaparen más atención frente a situaciones cronificadas. También que los recursos se empleen en ella y no en objetivos que «requieren mayor compromiso como la lucha contra el hambre, la salud y la educación».
Precisamente, en este día 172 de invasión rusa en Ucrania, el Papa tampoco se ha olvidado del que ha definido una vez más como «martirizado pueblo ucraniano». Ha implorado a Dios para Ucrania «misericordia y piedad».
El Evangelio provoca cambio e inquietud
En su alocución previa al rezo del ángelus, Francisco ha explicado el sentido del Evangelio que se proclama este domingo XX del tiempo ordinario cuando Jesús dice: «He venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!».
«El Evangelio es como un fuego, porque es un mensaje que, cuando irrumpe en la historia, quema los viejos equilibrios de la vida, nos desafía a salir del individualismo, a superar el egoísmo, a pasar de la esclavitud del pecado y de la muerte a la vida nueva del Resucitado. En otras palabras, el Evangelio no deja las cosas como están, sino que incita al cambio e invita a la conversión», ha asegurado el Santo Padre.
Para el Papa, el mensaje de esta lectura es que el Evangelio no conlleva «una falsa paz intimista», sino que provoca «una inquietud» que nos pone en marcha. Ese fuego «quema» egoísmos y, al mismo tiempo, ilumina «la parte más oscura de la vida que tenemos todos». También «consume los falsos ídolos que nos hacen esclavos», ha dicho el Pontífice. En definitiva, «cambia y purifica», ha resumido el Santo Padre.
El Evangelio de este domingo invita «a reavivar la llama de la fe, para que no se convierta en una realidad secundaria, o en un medio de bienestar individual, que nos lleve a evadir los desafíos de la vida y del compromiso en la Iglesia y en la sociedad». Por eso, el Papa ha exclamado que la fe, en definitiva, no es una «nana» que nos adormece, sino «un fuego encendido para mantenernos despiertos y activos incluso en la noche».
Por último, Francisco ha invitado a leer el Evangelio, a ser «apasionado» del Evangelio, y a preguntarse si el Evangelio «me sitúa en una tranquilidad feliz o enciende en mí el fuego del testimonio». Y ha pedido a las comunidades cristianas que dejen que arda este fuego del Espíritu para que cunda en ellas «la pasión por la oración y la caridad, la alegría de la fe», para no dejarse «arrastrar por el cansancio y las costumbres, con el rostro apagado y al queja en los labios».