Arthur Brand: «Los cacos no suelen robar en las iglesias»
El detective holandés especializado en la recuperación de obras de arte ha mostrado al mundo el relicario de la Santa Sangre de Fécamp, robado en junio
«Estamos eternamente en deuda con Arthur Brand. Nos ha dado una gran alegría a todos, no solo a los católicos», dijo la semana pasada Jean-Luc Brunin, obispo de El Havre, después de que el detective holandés recuperara el relicario de la Santa Sangre de Cristo, robada de la abadía francesa benedictina de Fécamp el pasado 2 de junio. «Todos temíamos que esta reliquia se hubiera perdido para siempre», añadía el prelado. Hace tan solo unos días, Arthur Brand oyó sonar el timbre de su casa y al abrir se encontró en el felpudo una caja con el relicario robado.
¿Quién cree que está detrás del robo de la Santa Sangre de Fécamp?
No se sabe. A mí me contactaron desde un correo electrónico protegido para hacérmela llegar. Alguien robó ese relicario y luego contactó conmigo para deshacerse de él. Es raro, porque lo normal es que lo hubiera tirado a la basura, pero afortunadamente no lo hizo. Debió de darse cuenta de que para para los católicos la sangre de Jesús es lo más santo que hay. Fuera o no creyente, pensó que guardar eso en su casa no era buena idea.
¿Cuál es su hipótesis?
Un objeto así, ¿quién lo va a comprar? ¿Quién lo va a tocar? Normalmente, cuando un ladrón de arte no puede dar salida a algo que ha robado se deshace de ello. ¿Qué pasó? Quizá temió llegar un día al cielo y encontrarse a Dios reprochándole lo que hizo. No lo sé. Yo creo que no era consciente del valor de lo que había robado. Seguramente era un ladrón de poca monta, no un especialista. Al día siguiente vio en la prensa lo que había hecho y se arrepintió, o simplemente se asustó.
¿De dónde procede esta devoción a las reliquias sobre la sangre de Cristo, y qué credibilidad tiene?
Hay cuatro lugares en el mundo que protegen relicarios con gotas de la sangre de Cristo. En el caso de la abadía de Fécamp, esta reliquia lleva ahí más de 1.000 años. Durante todo este tiempo, generaciones enteras han acudido allí a rezar: a pedir hijos, a curarse de una enfermedad, a pedir que un familiar volviera sano de la guerra… Miles de personas se han dirigido a Jesús arrodilladas frente a esta reliquia. Y se le han atribuido muchos milagros durante siglos. Es algo real y verdadero: si alguien se curó allí nadie puede rebatirlo. Es verdad que se puede dudar de que sea verdaderamente la sangre de Cristo, pero yo soy católico y lo veo de esta manera, aunque suene un poco simple: si Dios existe y sabe que vamos a rezar frente a la sangre de su Hijo, de alguna manera se asegurará de que sea auténtica. No dejaría que estuviéramos rezando durante 1.000 años delante de algo que no es verdad.
¿Qué le han dicho los monjes de la abadía?
Al principio, antes de hablar con ellos, tenía que asegurarme de que era el relicario auténtico. Mi reputación estaba en juego, no podía ser una falsificación. Luego hablamos y sin duda están muy contentos, y lo mismo el obispo de la diócesis. Para él, fue un ataque a los creyentes de todo el mundo.
¿Es habitual este tipo de robos del patrimonio de la cristiandad en Europa?
No lo es. Yo conozco un montón de ladrones y la mayoría piensa que robar en un templo da mala suerte. Son cacos que arrasan con todo lo que pueden, pero no suelen robar en las iglesias. Solo unos pocos lo hacen, pero van a por oro y plata, no a por los relicarios, por ser difíciles de vender.
¿Y no tienen salida en el mercado negro?
Como son piezas difíciles de colocar, las funden para vender después el oro, y lamentablemente se pierden para siempre.
¿Cree que en general los templos, iglesias, parroquias y monasterios de la cristiandad están suficientemente protegidos contra este tipo de robos?
No lo están, y esto es un problema grande especialmente en España. La solución es complicada, porque son lugares que necesitan estar abiertos para que la gente vaya allí a rezar y a participar en el culto. No se pueden blindar como si fueran bancos. Hay muchos lugares en Europa con poca población y no pueden controlar su patrimonio.