Los obispos, sobre La Infancia de Jesús. El buey y la mula... somos nosotros
Varios obispos dedican sus Cartas pastorales a la polémica en torno al libro del Papa La Infancia de Jesús. «Un montaje que nadie se molestó en verificar», dice monseñor Jesús Sanz, del falso veto de Benedicto XVI al buey y la mula en los belenes. «Quienes han escrito esos titulares seguro que tendrán alguna razón», añade. «Inventando engañifas se puede falsear el libro del Papa y camuflar los verdaderos problemas de la gente»
+ Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos
Efectivamente, san Lucas, que es quien describe el nacimiento de Jesús en Belén, no habla de animales junto al pesebre. Pero eso no quiere decir que no los hubiera. ¡Cuántas cosas que han visto quienes escriben libros de viaje o de historia, no las transcriben. Por eso, no es extraño que el Papa –siempre profesor– pueda decir que «la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna, refiriéndose a Isaías: El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño: Israel no me conoce, mi pueblo no comprende».
Lo que Benedicto XVI ha hecho es darle un plus de significado. Haciendo una fina reflexión exegética sobre varios textos del Antiguo Testamento, descubre que el buey y el asno junto al pesebre son «como una representación de la humanidad, de por sí desprovista de entendimiento, pero que ante el Niño, ante la humilde aparición de Dios en el establo, llega al conocimiento y, en la pobreza del nacimiento, recibe la epifanía, que ahora enseña a todos a ver. La iconografía cristiana ha captado ya muy pronto este motivo. Ninguna representación de Nacimiento renunciará al buey y al asno». ¡Que este año haya más Nacimientos que nunca en la diócesis de Burgos! El Papa se sentirá feliz con ello.
+ Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo
Muchos han entrado dócilmente al esperado comentario. El problema es que no había ruedo, ni morlaco, ni trapío. Todo resultó un montaje que nadie se molestó de verificar. El resultado ha sido tan cómico como patético. Parecía que las restricciones laborales, la reducción de plantilla, afectaba también al mismísimo portal de Belén. Quienes han escrito esos titulares de prensa y quienes han jugado a su frívolo comentario, seguro que tendrán alguna razón: desde la insidia reductora hasta la burda ignorancia. Un modo de resumir y anular el libro del Papa torticeramente.
No es la fauna del Portal lo que nos preocupa, sino la realidad que abruma ese otro portal que es la vida cotidiana de tantas personas. Dios está también ahí, en medio de la penuria, sosteniendo la esperanza de los más desvalidos y zarandeados por la crisis. Inventando engañifas se puede falsear el libro del Papa y camuflar los verdaderos problemas de la gente. Por el mismo precio y con demasiado coste.
+ José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián
No es baladí que los rostros del buey y de la mula, representados en el portal de Belén, hayan sido caracterizados con rasgos humanizados, y que su presencia tenga la finalidad de dar calor al Niño envuelto en pañales. He aquí, resumidos, los dos interrogantes básicos del hombre de todos los tiempos y culturas; la pregunta por nuestra identidad y la pregunta por nuestra vocación. Nuestra vocación no es otra que la de poner nuestra libertad al servicio de la Verdad y de la Caridad. En este marco teológico y antropológico, Cáritas de Gipúzcoa se dispone a redoblar sus esfuerzos para salir al paso de la situación acuciante en la que se encuentran muchos afectados por la crisis económica. Solicitamos una participación comprometida en esta campaña.
Concluyo con las siguientes líneas extraídas del referido libro del Papa: «Para el Salvador del mundo, para aquel en vista del cual todo fue creado (cf. Col 1, 16), no hay sitio. El que fue crucificado fuera de las puertas de la ciudad (cf. Hb 13, 12) nació también fuera de sus murallas. (…) Así pues, el ser cristiano implica salir del ámbito de lo que todos piensan y quieren, de los criterios dominantes, para entrar en la luz de la verdad sobre nuestro ser y, con esta luz, llegar a la vía justa» (La Infancia de Jesús, págs. 73-74).
+ Julián Ruiz Martorell, obispo de Jaca y de Huesca
También pudo influir en la tradición la traducción griega de Habacuc 3,2: «En medio de dos seres vivientes… serás conocido; cuando haya llegado el tiempo, aparecerás». Los dos seres vivientes aluden a los dos querubines sobre la cubierta del arca de la Alianza. El pesebre sería como una representación del arca de la Alianza, en la que Dios, misteriosamente custodiado, está entre los hombres y ante el cual ha llegado la hora del conocimiento de Dios para la Humanidad, compuesta por judíos y gentiles, representada en el buey y el asno. En la Navidad de Greccio de 1223, por indicación de san Francisco de Asís, aparecían el buey y el asno. En las representaciones navideñas medievales ambos animales tienen rostros casi humanos. De forma consciente y reverente, se ponen de pie y se inclinan ante el misterio del Niño. Se les abren los ojos y reconocen a su Señor. El buey y el asno no son un mero producto de la imaginación piadosa, sino que se han convertido en acompañantes del acontecimiento de la Navidad, en virtud de la fe de la Iglesia en la unidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.