Aaron Swartz, el activista que se ahorcó
Nadie llega a escarbar en el centro de la mina de un cerebro hasta dar con todos sus minerales. Los medios de comunicación nos han dicho estos días muchas cosas de Aaron Swartz, pero no sé si los datos son suficientes para hacernos con su perfil. Era un chaval norteamericano de 26 años, alumno brillante de Standford y Harvard, y activista en Internet. Fue uno de los líderes de la lucha para derrotar la Ley de Cese a la Piratería en la Red, más conocida como SOPA, que otorga amplios poderes de censura online a las compañías. Ya a los 14 años, colaboró en el desarrollo del famoso sistema RSS, que permite que los usuarios se suscriban a distintas fuentes de información y reciban actualizaciones directamente. Aaron ayudó también a desarrollar Creative Commons, una alternativa a la propiedad intelectual que alienta a editores y autores a compartir contenidos. Para resumir la fase final de su vida, digamos que se bajó una millonada de artículos académicos digitalizados sin permiso. Fue arrestado y se pusieron sobre sus hombros 13 cargos por delitos graves contra la Ley de Fraude, que podrían haberle conducido a más de 30 años de prisión. El pasado día 11, el chaval se ahorcó. En un comunicado, su familia expuso: «La muerte de Aaron no es solamente una tragedia personal; es el producto de un sistema judicial en el que reinan las intimidaciones y los excesos procesales». Aaron se ha convertido en un mártir del activismo en la Red, donde ya circulan sus frases como mantras: «No voy a perder el tiempo en cosas que no produzcan impacto, quiero hacer del mundo un lugar mejor». Vale, pero todos nos ocultaban algo de Aaron… En su blog había dejado escrito que tenía depresión. ¿Cómo es que nadie habla del tema? Su novia dice de él que era su inspiración, pero este chico necesitaba ayuda. ¿Y los amigos?, todos llevan chapas con su nombre en las solapas de sus chaquetas, pero ninguno estuvo suficientemente cerca de él para quitarle las telarañas de la desesperación. Es la historia de un ciberjoven eternamente conectado que, en días de nubes negras, no atina con las apoyaturas humanas, las offline, esas que siempre cuentan. Y encima, el filósofo utilitarista Peter Singer ha escrito en el New York Times que debemos respetar las decisiones suicidas, si no se ven opciones mejores. Tener un cuarto propio conectado no hace más humanas las conexiones; a veces las fagocita.