Exposición histórica en Houston. El Museo del Prado conquista Estados Unidos
La gran pinacoteca española exhibe en Estados Unidos cuatro siglos de nuestra historia, a través de un centenar de obras de El Greco, Velázquez, Ribera, Goya o Sorolla, entre muchos otros. La muestra, titulada Retrato de España. Obras maestras del Prado, forma parte del programa internacional con el que el Museo del Prado quiere dar a conocer sus colecciones fuera de nuestras fronteras
La marca España vende. Así lo confirman miles de visitantes que, desde el pasado diciembre, hacen cola a las puertas de uno de los museos más destacados de Estados Unidos, el Museum of Fine Arts, de Houston. En sus salas, el público norteamericano contempla atónito muchas de las obras maestras del Museo del Prado, que por primera vez en la Historia desembarcan en su país. Cuatro siglos de arte español han hecho las Américas para demostrar al mundo que nuestra cultura apenas necesita promoción. Hasta el próximo 31 de marzo, Houston se convertirá en un interesante documento visual de la historia de España –desde el siglo XVI hasta el XIX–, a través de unas cien valiosas pinturas de los artistas más importantes de la pintura europea, principalmente españoles, como Goya y Velázquez, pero también artistas extranjeros que trabajaron para la corte española, o que influyeron en la pintura española, entre ellos Rubens y Tiziano. En este viaje, tampoco faltan a la cita El Greco, Ribera, Zurbarán, Murillo, Madrazo, Rosales, Fortuny y Sorolla, entre otros. Bastan estos nombres para comprobar que, en esta ocasión, Houston no tiene un problema, sino un auténtico tesoro pictórico del que disfrutar.
Patrocinada por BBVA Compass, la muestra se ha instalado en un edificio del museo diseñado por Rafael Moneo, el mismo arquitecto que realizó la ampliación del Prado, por lo que se puede decir que las pinturas se sienten como en casa. A través de tres apartados, la exposición recorre la historia española, resaltando sus características políticas, sociales y artísticas. Un primer capítulo coincide con el Antiguo Régimen y el Siglo de Oro de la cultura española, y en él se muestran retratos cortesanos, como el que Velázquez realizó a Felipe IV en traje de cazador, o el de Sánchez Coello a Isabel Clara Eugenia, un ejemplo del esplendor del Siglo de Oro en España, cuando el imperio estaba en pleno auge. En esta sección, la pintura religiosa está representada por lienzos como el Cristo yacente, de Juan Antonio de Frías y Escalante; La Inmaculada Concepción de Aranjuez, de Murillo; o Cristo muerto sostenido por un ángel, de Alonso Cano. En La Santa Faz, de El Greco, vemos un rostro de Cristo que se adentra en el canon icónico propuesto por la Contrarreforma. Carducho está representado con una Sagrada Familia, en la que, a la ternura de los rostros, se añade el cuidado milimétrico del autor en detalles como la cesta de frutas, o los útiles de labor. Destaca también el Agnus Dei, de Zurbarán, en el que la imagen del Cordero de Dios se ofrece atada al mundo para que seamos conscientes del valor de su sacrificio. Asombra la minuciosidad con que están pintados los bucles de lana del cordero.
Goya, cronista de una época
El recorrido de la exposición nos acerca hasta el segundo apartado, Un mundo que cambia, en el que se refleja hasta qué punto los artistas españoles de finales del siglo XVII y principios del XIX se convirtieron en cronistas de una sociedad que cambiaba por momentos. Recordemos que esta época tuvo como telón de fondo la Revolución Francesa, las guerras napoleónicas y la posterior invasión francesa. La muestra da especial protagonismo a Goya, pintor de las cortes de Carlos IV y Carlos V, del que se incluyen retratos como el de La marquesa de Villafranca y una importante selección de estampas de las series de Los caprichos (1799), Los desastres de la guerra (1810-1815) y Los disparates (1815-1823). Uno de los cuadros más destacados de la muestra es El cacharrero, en el que Goya consigue captar el movimiento del carro gracias a la inclinación del lacayo. El último espacio de la exposición se dedica a los últimos cincuenta años del siglo XIX, en los que se asistió al nacimiento de la España moderna, una época de transición hacia el Romanticismo en la que los gustos de la clase media se reflejaron en el arte a través de paisajes, retratos, escenas históricas y religiosas. En esta sección destacan las obras de Federico de Madrazo, el gran retratista oficial de la época isabelina, de Eduardo Rosales, figura determinante por su aportación a la pintura de Historia, y por supuesto el gusto por lo oriental de Mariano Fortuny y la luminosidad mediterránea de Joaquín Sorolla. Con esta excepcional embajada pictórica ante la sociedad norteamericana, el Museo del Prado ha demostrado, una vez más, que el arte sirve de motor para difundir la calidad de la cultura española por el mundo.