La Santa Sede espera resolver los asuntos pendientes con Israel. Se prepara una visita del Papa
Pocos meses después de su elección, ya comienza a prepararse la visita del Papa Francisco a Tierra Santa. Simon Peres, Jefe de Estado de Israel, le transmitió al Pontífice la invitación oficial, en el encuentro que mantuvieron el 30 de abril
El presidente de Israel y Premio Nobel de la Paz, Simon Peres, antes de venir a Roma, había declarado: «Necesitamos más que nunca una guía espiritual, no sólo política. Allí donde los responsables políticos pueden dividir, los líderes religiosos pueden unir». El viaje del Papa a Tierra Santa debería tener lugar en el año 2014. Ya antes había presentado su invitación Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Nacional Palestina.
Pero el primer promotor de la idea de este viaje es otro: el mismo día en que el Papa Francisco comenzó su ministerio como obispo de Roma, el Patriarca ecuménico de Constantinopla, Su Beatitud Bartolomé, propuso al Papa darse cita en Jerusalén, este próximo año, para recordar el quincuagésimo aniversario del histórico encuentro entre Pablo VI y el Patriarca Ortodoxo Atenágoras. En aquel encuentro, los dos representantes más destacados de la cristiandad levantaron las mutuas excomuniones que se pronunciaron con motivo del Gran Cisma del año 1054, que creó la fractura entre ortodoxos y católicos, una de las heridas más dolorosas en los dos mil años de cristianismo.
La preparación de esta propuesta de viaje papal está sirviendo para promover los Acuerdos todavía pendientes entre Israel y la Santa Sede. Como ha explicado a Alfa y Omega el rabino David Rosen, uno de los negociadores de aquel tratado fundamental, firmado en 1994, el Papa Juan Pablo II, desatendiendo la opinión del Secretario de Estado, aceptó firmar las relaciones diplomáticas con Israel y fiarse de la buena fe de sus representantes para dirimir cuestiones concretas, como las propiedades de la Iglesia, los impuestos de obras religiosas y caritativas católicas, etc. Los negociadores israelíes prometieron que, en dos años, habrían arreglado estas cuestiones. A día de hoy, sin embargo, Israel todavía no ha dado los pasos necesarios para cumplir aquella promesa y ofrecer a las instituciones católicas en Israel las condiciones propias de unas entidades religiosas en un Estado de Derecho. El Vaticano e Israel mantienen reuniones periódicas para terminar de resolver estas cuestiones. En una entrevista al Corriere della Sera, antes de visitar al Papa Francisco, Simon Peres había aclarado que «hemos allanado el 99 por ciento de las cuestiones».
En la audiencia, el presidente aseguró al Papa que Israel tiene la voluntad de llegar a un acuerdo sobre la cuestión del Cenáculo, la sala en la que Jesús celebró la Última Cena y en la que tuvo lugar la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. Este lugar santo, que era utilizado para el culto bajo la dirección de la Custodia Franciscana de Tierra Santa, fue confiscado, tras la creación del Estado de Israel, en 1948. La gran esperanza de la Santa Sede, en previsión de la próxima reunión que mantendrá con la delegación israelí en junio, es que la posible visita del Papa Francisco en el próximo año pueda servir para que la Misa pueda volver a ser celebrada, con normalidad, en el lugar donde se celebró primera Eucaristía de la Historia.
Una serie de estudios históricos realizados en el último año han permitido descubrir en Israel que Angelo Roncalli, quien pasaría a la Historia como el Papa Juan XXIII, entretejió una sorprendente red de relaciones que permitió salvar la vida de numerosos judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Para reconocer y profundizar en esta obra, el día 29 de abril pasado, se celebró en Jerusalén un congreso internacional, en la sede de la Fundación Konrad Adenauer, con la participación de rabinos israelíes, representantes de la Santa Sede e historiadores israelíes y europeos.
Entre los ponentes se encontraba Baruj Tenembaum, fundador de la Fundación Raoul Wallenberg, quien, en febrero de 2011, presentó a Yad Vashem, la institución creada para honrar a las víctimas del Holocausto y a los héroes que arriesgaron su vida para salvar a judíos perseguidos durante la Segunda Guerra Mundial, un dossier con datos para respaldar la petición de que Juan XXIII sea reconocido como Justo entre las naciones. Ese reconocimiento rinde el máximo honor a aquellas personas que, sin ser de confesión o ascendencia judía, prestaron ayuda de manera altruista y singular a las víctimas de la persecución emprendida por el régimen nacionalsocialista del Tercer Reich alemán, y otros afines en Europa, con anterioridad y durante la Segunda Guerra Mundial.
El dossier científico muestra que monseñor Roncalli, siendo representante papal (delegado apostólico) en Bulgaria, Grecia y Turquía, antes y durante la Segunda Guerra Mundial, intercedió ante el rey Boris de Bulgaria a favor de judíos búlgaros, y ante el Gobierno turco a favor de refugiados judíos que habían escapado a Turquía. También hizo todo lo posible para evitar la deportación de judíos griegos, señala el dossier histórico. En 1944, organizó en Estambul una red de salvación de judíos y otros perseguidos por el nazismo, según explica la documentación de la Fundación Wallenberg presentada a Yad Vashem.
Yad Vashem, cuyo director participó en el congreso, por el momento no ha dado una respuesta oficial a la propuesta. El Rabino David Rosen, director de la sección israelí de la Anti-Defamation League, en las palabras conclusivas del congreso, aseguró que si bien Yad Vashem todavía no ha decidido este reconocimiento oficialmente, todo judío debería dar gracias a Angelo Roncalli por su enorme ayuda ofrecida al pueblo judío. Con la convocación del Concilio Vaticano II, Juan XXIII sentó las bases de una nueva era de entendimiento entre los católicos y el pueblo de Israel.