Monseñor Casimiro López: «Religión recupera el puesto del que había sido privada
Entre lo más comentado de la LOMCE está el reconocimiento académico de la clase de Religión en Primaria y en la ESO. La ley cumple así los Acuerdos con la Santa Sede, recuerda que los centros están obligados a ofertarla aunque sea optativa para el alumno, evita que quienes la elijan sean discriminados con más horas o más carga lectiva (como pasa ahora), y sitúa a España en línea con el resto de países de la UE. No obstante, el obispo presidente de la Comisión de Enseñanza, de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Casimiro López, recuerda que este cambio no es privilegio, sino una cuestión de justicia, y que la asignatura aún es discriminada en Infantil, Bachillerato y FP
¿En qué situación queda la asignatura de Religión?
El estatus de la clase de Religión en el Proyecto de la LOMCE, en general, mejora en comparación con la actual LOE. La asignatura queda situada en el cuerpo de la ley, y forma parte del sistema educativo como una materia más, junto al resto de asignaturas específicas, en Primaria, ESO y Bachillerato. No obstante, quedan cuestiones por perfilar. Se ha tenido en cuenta en gran medida que la Religión debe tener un tratamiento equiparable a las materias fundamentales, conforme a lo establecido en el Acuerdo entre España y la Santa Sede.
Tras años sin alternativa y sin computar para la nota, ¿se hace justicia, o se logra un privilegio?
La Religión ha recuperado el puesto del que injustamente había sido privada. Ahora se hace justicia a los padres, a los alumnos y a los compromisos internacionales asumidos por el Estado, que forman parte del Derecho español. Por más que los contrarios a la clase de Religión lo digan, no es un privilegio: a nadie se le puede privar de optar por Religión, y toda confesión religiosa, no sólo la Iglesia, puede cerrar acuerdos con el Estado en este sentido. La presencia de esta materia en el sistema responde al derecho fundamental de los padres, reconocido por la Constitución, a que sus hijos sean educados según sus convicciones religiosas, y cuyo ejercicio efectivo el Estado ha de posibilitar. En el caso de la clase Religión y moral católica, este derecho ha sido desarrollado en el Acuerdo con la Santa Sede, de 1979; y no podía ser de otra manera, al tratarse de una asignatura confesional. En este momento, más del 73 % de las familias la eligen, y no olvidemos que los padres son los primeros responsables y los titulares originarios del derecho a la educación de sus hijos.
Pero en Bachillerato seguirá sin ofertarse de forma obligatoria…
En efecto, el texto no garantiza la oferta obligatoria de la asignatura que tienen que hacer los centros. Esta disposición no es conforme a los Acuerdos, que exigen que sea de oferta obligatoria para los centros y de libre elección para los alumnos. Y así lo recuerda el mismo texto de la LOMCE en su Disposición adicional 2ª: «La enseñanza de la Religión católica se ajustará a lo establecido en el Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos Culturales suscrito entre la Santa Sede y el Estado español. A tal fin, y de conformidad con lo que disponga dicho Acuerdo, se incluirá la Religión católica como área o materia en los niveles educativos que corresponda, que será de oferta obligatoria para los centros y de carácter voluntario para los alumnos». Así que hay un desajuste entre el cuerpo de la ley y la Disposición Adicional 2ª, que espero sea subsanado en la tramitación parlamentaria del Proyecto, porque ahora no garantiza el derecho de los padres.
Hay quienes dicen que con la LOMCE gana la Iglesia, y que se ha hecho al dictado de los obispos…
Con la LOMCE ganan los padres que desean que sus hijos sean educados conforme a sus convicciones; ganan los alumnos de Religión, que no serán discriminados; y gana el Estado de Derecho, porque el Estado comienza a cumplir las obligaciones contraídas en el Acuerdo. Afirmar que la LOMCE se ha hecho al dictado de los obispos es propaganda y no se sostiene. Al Gobierno se le ha presentado el mismo memorándum que se presentó al anterior Gobierno, y en el Proyecto no se han tenido en cuenta todas las cuestiones planteadas. Las conversaciones de la Conferencia Episcopal con el Ministerio han quedado reducidas a recordar, por nuestra parte, temas que, a nuestro entender, deben modificarse para cumplir con el Acuerdo, y se han celebrado sólo dos reuniones técnicas, con representantes de ambas partes, sin que se haya convocado la Comisión Mixta, como hemos pedido reiteradamente.
¿Por qué tiene que tener alternativa académica y ser evaluable?
Sin alternativa, los alumnos que optan por esta enseñanza quedan discriminados. Es muy desigual el trato entre quienes optan por la asignatura de Religión, con una enseñanza de contenidos, pruebas, trabajo y esfuerzo para su aprendizaje, y los que no optan por ella, a quienes como alternativa se ofrece recreo, repaso o nada. Con ello, además de devaluar la formación religiosa y de no tratarla de forma equiparable al resto de asignaturas, se exige a los alumnos de Religión una responsabilidad y un trabajo que no se pide a sus compañeros. Lo mismo vale para la evaluación. Una asignatura sin evaluación queda infravalorada y menospreciada al no concedérsele valor formativo.
¿Qué mejoraría de la LOMCE, con respecto a la clase de Religión?
El tratamiento en Bachillerato, Infantil y FP, que debe ser igual al de Primaria y la ESO. Es necesario mejorar cuestiones relacionadas con el profesorado: propuesta del obispo de los profesores de Religión, retirada de la missio canónica… Estas cuestiones afectan al carácter confesional de la asignatura, que eligen los padres con la voluntad de que sus hijos sean educados conforme a sus convicciones.