Estos laicos presiden el domingo y dirigen ejercicios espirituales
Aún con resistencias dentro del clero, porque no todos «entienden el papel del laico», seglares como Gloria o Antonio llevan a Cristo a donde no llegan los curas
Ser laico no es una vocación residual. Tampoco es ser un cristiano de segunda o un actor de reparto en la vida y misión de la Iglesia. Esta es, al menos, la teoría, según recuerdan los obispos españoles en su mensaje para el Día de la Acción Católica y el Apostolado Seglar, que se celebra este domingo, coincidiendo con la fiesta de Pentecostés. «Su participación brota del sacramento del Bautismo», añaden. En la práctica la cosa cambia. Todavía hay camino que recorrer. Por eso la insistencia, también de los obispos, en la corresponsabilidad. En cualquier caso, son muchos los laicos que ya se están tomando en serio su vocación y ocupando espacios de responsabilidad, antes reservados para el clero.
En Barbastro-Monzón la necesidad aprieta y sacerdotes y laicos forman el tándem perfecto para que los fieles dispersos por los pueblos de la diócesis no se queden sin celebración dominical. Gloria Tolsa atiende varios en la comarca del Cinca Medio, en el entorno de Monzón, cuando el sacerdote no puede ir. Esto ocurre cada 15 días. Ella es una de los 60 animadores de la comunidad –son más que presbíteros, unos 55– repartidos por todos los rincones de la diócesis. Lleva desde 2017 en esta tarea. «Se trata de que la gente esté atendida. Aunque sean pocos feligreses, mostramos que la Iglesia está ahí y que la puerta está abierta», dice en conversación con Alfa y Omega. Proclama la Palabra de Dios, hace una pequeña reflexión a modo de homilía y da la comunión con las formas ya consagradas por el sacerdote.
Juan de Pano es en esta tarea un pionero. Lleva desde el 19 de julio de 2009 como animador. Aquel día se estrenó en un templo sin más luz que la de unas velas y con apenas cinco personas. «Da un sentido de primeros cristianos. Es como si estuvieras tú mismo escribiendo los Hechos de los Apóstoles», confiesa. A sus espaldas lleva kilómetros y kilómetros de carretera para llevar a Jesús a los rincones adonde no llegan los curas. Él añade a la labor del ambón y del altar –Gloria también lo hace– la del atrio, la de compartir un rato de conversación antes y después de la celebración, un momento para interesarse por los enfermos y por las tierras o los animales de los que viven. «Me dicen incluso que, si no fuéramos, no sabrían que es domingo ni se pondrían sus mejores galas», explica. A pesar de que el papel de los animadores lleva años en la diócesis y que ha sido impulsado por el actual obispo, percibe que no todos los sacerdotes están de acuerdo. «No entienden el papel del laico. Nosotros podemos llegar adonde ellos no llegan. Se trata de llevar a Cristo a quien más lo necesita», añade.
En la diócesis de Jaén, Antonio José Campos tiene, a pesar de su juventud –31 años–, una gran responsabilidad. Es director del Secretariado para Movimientos Laicales, miembro del proceso sinodal y uno de los representantes de esta Iglesia particular en la provincia eclesiástica de Granada. También forma parte del Consejo Asesor de Laicos de la Conferencia Episcopal. Pero, además de estas tareas, Campos es director y acompañante de ejercicios espirituales. Algunas personas se sorprenden al verlo en esta faceta, pues esperan a un sacerdote, aunque cree que lo que más suele llamar la atención es la edad. «La primera vez que hice ejercicios los dirigió una laica, y fueron unos de los mejores de mi vida», reconoce. Ahora que es él el que acompaña, asegura que pisa terreno sagrado: «Ver el paso de Dios por la vida de las personas me enriquece». Con la experiencia de ver cómo otros como él han empujado a muchos sacerdotes al camino sinodal, revindica que los seglares «no solo están para ejecutar el trabajo o llenar espacio, sino también para la toma de decisiones».
Desde Acción Católica, la presidenta diocesana de Málaga, Victoria Ramos, recuerda que los laicos «debemos tener la conciencia de que no solo pertenecemos a la Iglesia, sino que somos Iglesia». Y añade que su misión es la de llevar el Evangelio «más allá de las paredes de nuestras parroquias y ser testimonio en nuestra familias, amigos y trabajos».