«Los presos se sienten Iglesia dentro de la cárcel, fuera no»
El Departamento de Pastoral Penitenciaria de la CEE publica las aportaciones al Sínodo de los internos de las cárceles españolas
«Me alegra mucho que el Papa en el Sínodo se haya acordado de nosotros. Porque a los presos aquí en la cárcel nadie nos consulta nada y nos imponen más normas», dice un preso de Sevilla en el informe que ha elaborado el Departamento de Pastoral Penitenciaria de la CEE con motivo de la consulta sinodal.
Capellanes y voluntarios se han esforzado en los últimos meses para recoger en un solo documento las impresiones de los presos de toda España, cómo viven su fe y qué es lo que piden a la Iglesia en nuestro país.
«El sentimiento mayoritario de los presos es que no se les escucha, ni en la sociedad ni en la Iglesia, y lo más triste de todo es que lo tienen asumido. Lo ven casi normal. Son los malos, tanto para la sociedad, como también para la Iglesia», lamenta el documento.
Han participado en los trabajos sinodales 756 internos de 29 prisiones de toda nuestra geografía –el 25 % de los centros–, que han podido expresarse gracias al trabajo de 160 capellanes y 165 voluntarios. «El resultado de estas aportaciones es claro, directo y sin filtros. Son respuestas de personas machacadas por la vida y que no necesitan quedar bien ante nadie. Las reflexiones son sinceras, son auténticas», reconoce el Departamento de Pastoral Penitenciaria.
La Iglesia «de dentro y la de fuera»
Así, la imagen de la Iglesia entre los presos está asociada con términos como «política», «poder», «empresa», «dinero», «puntos oscuros en su historia», «resistente al cambio», en sus propias palabras.
A esto se suma su personal experiencia de Iglesia. «Nunca me sentí escuchado por la Iglesia, y solo en prisión sentí la cercanía de un sacerdote», afirma un preso de Algeciras. «Los presos se sienten Iglesia dentro de la cárcel, fuera no», reconoce otro de Soto del Real.
En realidad, perciben dos Iglesias distintas: la de dentro y la de fuera; la de pastoral penitenciaria y la del exterior. «Mi opinión de la Iglesia no era muy buena, hasta que entré en esta prisión, en la que me han enseñado que existe la bondad y la esperanza. En esta Iglesia tengo paz, y me siento de manera diferente», comenta un preso de Martutene. Sin embargo, «cuando salimos de la cárcel nos desenganchamos, no nos llama la atención la Iglesia. Las misas de la calle son pesadas y aburridas», dice otro interno de Cáceres.
De ahí que el Departamento de Pastoral Penitenciaria destaque que «los presos necesitan ver en la Iglesia institución a la Iglesia de la pastoral penitenciaria. No puede ser que los presos tengan dos imágenes de la Iglesia, la de la cárcel y la de fuera, que relacionan con la jerarquía».
«Que nos tengan en cuenta»
Por último, a la hora de hacer peticiones a la institución eclesial, solicitan que la Iglesia «se actualice y conecte más con la gente, especialmente con los jóvenes», dice un interno de Santiago de Compostela.
Mientras, otro compañero de Jaén reclama a los católicos «que recen por nosotros, nos tengan en cuenta en las misas, en las reuniones. Que nos consideren como hermanos suyos, hijos de Dios, que nos ayuden a rehacer nuestras vidas. Que se den cuenta de que hay un gran número de personas, muchos creyentes, repartido por todas las prisiones. Y que piensen que algún día también ellos, o alguien de sus familias, podrían entrar en prisión».