El nuevo arzobispo de Burgos pide «más apostolado» en España
Ante la descristianización de la sociedad española, se necesita una «evangelización valiente» para «generar cultura, economía y política», dice monseñor Fidel Herráez en su despedida de Madrid. El sábado toma posesión de la archidiócesis burgalesa
Cerca de 40 obispos acompañarán el sábado a monseñor Fidel Herráez en su toma de posesión como arzobispo de Burgos. El hasta ahora obispo auxiliar de Madrid ha sido elegido por el Papa para sustituir a Francisco Gil Hellín, que el sábado se despedía de su diócesis tras trece años de ministerio episcopal. «Os he querido de verdad, he rezado por vosotros, me han alegrado vuestras alegrías y me han dolido vuestras penas», decía el arzobispo emérito visiblemente emocionado en una Misa de acción de gracias en la catedral abarrotada de fieles y sacerdotes.
Entre sus mayores satisfacciones, monseñor Gil Hellín aludió a «la hondura de las virtudes humanas y cristianas» de los burgaleses y la labor de Cáritas, al tiempo que reconoció que le hubiera gustado dejar el Seminario más lleno (hay 32 seminaristas en la actualidad). «Confío que don Fidel volverá a ver el Seminario con abundantes candidatos al sacerdocio» y que será testigo del «futuro florecimiento espiritual de esta tierra», dijo.
El arzobispo emérito de Burgos nació en La Ñora (Murcia). En julio cumplió los 75 años y presentó la preceptiva renuncia al Papa. Es obispo desde 1996, cuando san Juan Pablo II lo nombró secretario del Consejo Pontificio para la Familia.
Despedida en Madrid
El mismo sábado se despedía de Madrid monseñor Fidel Herráez, en una Misa concelebrada por el arzobispo, monseñor Carlos Osoro; el arzobispo emérito, el cardenal Rouco, y el obispo auxiliar, Juan Antonio Martínez Camino, a quienes dirigió unas palabras de agradecimiento al comienzo de su homilía. Palabras especiales tuvo también para la Asociación Católica de Propagandistas, de la que es consiliario nacional, y para otras realidades, como las Hermandades del Trabajo, con las que ha tenido un trato más cercano.
Han sido –recordó Herráez– «47 años largos de servicio sacerdotal» en esta diócesis, con casi 20 de ministerio episcopal. En este tiempo, el nuevo arzobispo de Burgos –que nació en Ávila, pero ha pasado casi toda su vida en Madrid– ha podido comprobar que «muchísimos miembros de la Iglesia», laicos y consagrados, «tratan de vivir la centralidad de Cristo en la vida», «haciendo presente y creíble en los más variados ambientes de la vida social el reino de Dios, en la entrega, en el servicio, en la humildad, en la acogida de todos. ¡Cuántos hermanos nuestros están viviendo así!».
«Soy consciente, al mismo tiempo –añadió–, de que no todo el monte es orégano. He constatado y padecido que hay una descristianización de nuestra sociedad», un debilitamiento de la familia y un creciente laicismo, que trata de reducir la fe a la esfera individual. En España, «se han ido poniendo en tela de juicio u orillando los valores que hicieron posible nuestra transición política y social», constató. «Todo esto y muchas otras realidades» provocan que «sintamos dolor», pero «de ningún modo podemos permitirnos entristecernos, deprimirnos», o caer en el «pesimismo» y la «inhibición». «Merece la pena comprometernos a que el reinado de Cristo siga haciéndose presente con el compromiso de los cristianos en nuestra sociedad».
Hace falta –dijo– «más apostolado», emprender una «evangelización valiente, con cuño apostólico y centrada en Cristo» para «generar cultura, economía y política en esta etapa concreta de nuestra historia». Un tiempo histórico con sus luces y sus sobras, ya que existen «realidades sangrantes en la sociedad», pero «también hay mucha gente con hambre de Dios y muchas personas con gran bondad».
Para llevar a cabo esa misión, monseñor Fidel Herráez pidió tomar más en serio «la iniciación cristiana» y seguir profundizando en el Concilio Vaticano II, que a los 50 años de su clausura «dista mucho de haber sido acogido en todo el caudal de vida que Dios nos regaló en él».