Noelia tiene mucho más que un empleo
En 2021, Cáritas logró que 11.798 personas accedieran al mercado laboral. Personas que han ganado en autonomía y autoestima y mejorado en vivienda y salud
Noelia Gualda siempre ha querido ser militar o, en su defecto, formarse como auxiliar de enfermería, pero, aunque no ha renunciado a sus sueños, la vida a sus 20 años la ha llevado por otros derroteros. La situación en su casa no era la más adecuada a nivel económico y hace más de año y medio tuvo que acudir a Cáritas –una amiga de su madre la animó a hacerlo– para formarse como camarera de mesa. Fueron varios meses entre finales de 2020 y principios de 2021 de preparación. El pasado 28 de abril cumplió un año trabajando en Tabgha, la taberna escuela de Solemccor, la empresa de inserción social de Cáritas Diocesana de Córdoba. Hoy, su sueldo mantiene su casa e incluso echa una mano a familiares que están en el extranjero. «Me ha cambiado mucho la vida. Puedo pagar el alquiler, comprar comida…», reconoce en conversación con Alfa y Omega.
La joven es una de las 11.798 personas que en el 2021, todavía muy marcado por la pandemia y sus restricciones, consiguieron un puesto de trabajo gracias a Cáritas en todo el país, según se desprende del Informe de Economía Solidaria. Ella se ha beneficiado de dos de los pilares de los programas de empleo de la entidad eclesial: la orientación y formación, en la que se invirtieron 31,7 millones de euros y generaron casi 12.000 empleos, y las empresas de inserción, centros especiales de empleo y empresas sociales, que con 66,5 millones de euros mantienen 2.225 puestos de trabajo. Según Rubén Requena, técnico de Economía Solidaria de Cáritas Española, los fondos destinados «no son gasto, sino inversión». Y son una inversión porque las personas «ganan en autonomía, cubren sus necesidades, dejan de percibir prestaciones y pagan impuestos».
El perfil del participante en estos programas es el de una mujer (63 %) de más de 45 años (37 %) y con estudios básicos. El origen está a la par entre nacionales (47 %) y migrantes (53 %).
La iniciativa de la taberna surgió después de que el obispo diocesano, Demetrio Fernández, pidiese en 2014 acciones para ayudar a jóvenes sin formación, sin experiencia ni un proyecto profesional, explica Ana Belén Espinar, responsable del Servicio de Empleo de Cáritas Diocesana de Córdoba. Allí, cada persona tiene un contrato con obligaciones y derechos como en el mercado ordinario y, además, un itinerario que le plantea cuáles son sus propuestas para mejorar su vida, que tiene que ir cumpliendo.
Los beneficios de este paso por Solemccor, como en las otras 66 empresas sociales, son numerosos, detalla Espinar, con pruebas en su propia experiencia. «Fortalecen su nivel de autonomía y su autoestima, mejoran las relaciones interpersonales, así como su situación de vivienda y de salud. También adquieren la capacidad para poder elegir un futuro trabajo y en qué condiciones. Saben que son personas válidas», añade.
El Servicio de Empleo se plantea así como «un proyecto transversal de acompañamiento en acciones de mejora de la empleabilidad». Porque las personas llegan de los otros programas: Acogida, Familia o Personas Sin Hogar. En este sentido, su oferta de formación está relacionada con la actividad de Solemccor, que, además de la citada taberna, cuenta con un cáterin, un servicio de recogida de papel y cartón o ropa para su reciclaje, un taller de confección y arreglos y un servicio de limpieza. En estos momentos, la empresa da trabajo a 47 personas.
Como en Córdoba, a nivel nacional los proyectos más repetidos se enmarcan en sectores como el textil, la gestión ambiental, la limpieza, el transporte y mensajería y la restauración. En total abarcan 252 líneas de negocio en 37 sectores. Empresas, además, casi autosuficientes, pues con la facturación por ventas cubren el 78 % de su presupuesto.
Al margen del empleo, el Informe de Economía Solidaria recoge las acciones de Cáritas en el ámbito del comercio justo –66 puntos de venta y más de medio millón de euros en ventas– y su trabajo en favor de las finanzas éticas.
Empresarios y ecónomos se dieron cita hace una semana en el Palazzo Rovere de Roma, en un encuentro organizado por el CARF y la agencia Rome Reports con el lema Negocios sin dejar a nadie atrás, con un doble objetivo. Por un lado, «dar formación para ayudar a quienes gestionan entidades católicas y que así puedan hacer mejor su trabajo», explica Antonio Olivié, CEO de Rome Reports. «A veces la preparación no es buena y este es uno de los grandes problemas que tiene la Iglesia. Parte de los escándalos del Vaticano vienen de tener a personas que no tienen una formación adecuada para el puesto que ocupan», añade. Un segundo objetivo fue «dar valor a las empresas que han dado un paso al frente en la pandemia». Fueron representadas por Davide Rota, de Linkem, una tecnológica que en el confinamiento incorporó a presos en los procesos de reparación de módems, y por Albert Riera, de La Fageda, quien habló de la inclusión de las personas con discapacidad. «Ofrecemos trabajo desde hace 40 años a distintos colectivos en riesgo de exclusión social, como son los parados de larga duración o quienes sufren una enfermedad mental».