El milagro de Calanda. Las fuentes de la fe
Lejos de constituir una leyenda o un mero episodio de piedad popular, el llamado milagro de Calanda tiene detrás una sólida base documental. Don Tomás Domingo Pérez, canónigo del Cabildo Metropolitano de Zaragoza, es el autor del estudio El milagro de Calanda y sus fuentes históricas, editado por Caja Inmaculada, en el que ofrece un pormenorizado análisis de los documentos contemporáneos que avalan el que fue el milagro más asombroso de su tiempo
La historia es muy sencilla. El 29 de marzo de 1640, al campesino Miguel Juan Pellicer le fue restituida la pierna derecha mientras dormía. Era la pierna que le faltaba después de que un carro le pasase por encima casi tres años antes, obligando a los médicos que le atendieron en el hospital público de Zaragoza a amputársela, cuatro dedos por debajo de la rodilla. Después de su amputación, Pellicer se vio obligado a practicar la mendicidad a las puertas de la basílica del Pilar, en Zaragoza, durante dos años, a la vista de numerosos visitantes y fieles habituales que fueron testigos, dos años después, de que el hombre que conocieron impedido había sanado de repente. El milagro fue atribuido a la intercesión de la Virgen del Pilar, de la que Pellicer era devoto –ungía con aceite de las lámparas de su capilla la llaga que tenía, para aliviar el dolor–.
Lo llamativo del caso es que existen multitud de documentos que avalan los hechos, así como numerosos testimonios de contemporáneos que dan fe de lo sucedido. Los ha recogido el sacerdote Tomás Domingo Martínez en El milagro de Calanda y sus fuentes históricas, libro cuidadosamente editado por Caja Inmaculada. Su autor ha recorrido los grandes archivos y bibliotecas de España y Europa para recoger la multitud de referencias documentales y bibliográficas que contribuyen a evidenciar la realidad histórica del acontecimiento. Ha considerado como fuentes históricas los documentos redactados a lo largo del siglo XVII, período en el que aún vivían testigos del milagro. Se trata de una obra de investigación rigurosa y, a la vez, amena, pues contienen numerosas ilustraciones que facilitan su lectura.
La presentación de las fuentes se hace siguiendo un orden cronológico, en cinco partes: Prehistoria del milagro; El hecho prodigioso y su primeros ecos; El proceso y la sentencia; Desde la sentencia hasta la muerte de Miguel Pellicer; Referencias al milagro desde la muerte de Pellicer hasta el final del siglo XVII. Como afirma el propio autor del libro, «el largo recorrido por las fuentes del milagro confirma la realidad histórica del manantial del que proceden».
Luego que el dicho Miguel Joan Pellicero se acostó en la dicha camilla, (…) se encomendó mui de beras a la Virgen Santísima del Pilar; y luego le dio un grande y profundo sueño. Y los dichos sus padres, de allí a un quarto de hora, entraron en el dicho aposento y olieron una fragancia y olor suave y no acostumbrado allí; con la luz de un candil que lleuauan, reconocieron al dicho Miguel Joan Pellicero, su hijo, que estaba durmiendo; y vieron que tenía dos piernas, que, por ser su camilla corta, salían fuera de la ropa. Y aquellos, admirados y pasmados con tan grande nobedad y marabilla, despertaron al dicho Miguel Joan Pellicero, dándole voces, llamándolo por su nombre y diciéndole reiteradas veces que viese tenía dos piernas y que les dixese cómo hauia sido aquello. El qual se dispertó con harta dificultad, por estar mui dormido, y dixo que él no lo sauía. Y quando lo dispertaron, estaba con un sueño mui profundo y soñaba que estaba en la Santa Capilla de nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, untándose la pierna enferma con el azeite de una lámpara, como lo hauía acostumbrado quando estaba en Zaragoza, y que se veía con pierna y no sauía cómo ello hauía sido; y que tenía por cierto que la Virgen del Pilar se la hauía traído y puesto, para que assí la sirbiese mejor y pudiesse passar su vida y aiudar a sus padres (art. XXII).
– El dicho Miguel Joan Pellicero, para sauer si era su misma pierna la restituída, dixo a sus padres y a los dichos vecinos que mirasen si hauía señal en la dicha pierna derecha de la herida y rotura de la espinilla, y en la pantorrilla otra señal de un mal grano que hauía tenido y otras dos señales de rasguños de romero que hauía reciuido iendo por el monte. Y aquél y sus padres tocaron y vieron dichas señales, que de presente se conserban; por lo qual tuvieron por cierto que era aquella misma pierna que le quitaron y cortaron. (…) Y todos dieron muchas gracias a Dios Nuestro Señor y a la Virgen Santíssima del Pilar por la merced que les hauía hecho (art. XXIV).
– Haviendo tenido noticia del dicho milagro la mesma noche el Vicario de la mesma villa de Calanda, luego el día siguiente por la mañana fué con mucha gente a ver al dicho Miguel Pellicero; y todos se admiraron de verlo con pierna derecha, por hauerlo visto el día antecedente y en otros muchos sin ella, y de que entonces la tubiese unida, de suerte que no se viese ni aperciuiese soldadura alguna. Y dicho Miguel Joan Pellicero fué a la iglesia de la dicha villa por su pie dicho día viernes con su muleta, porque no podía firmar dicho pie derecho; y se confessó y comulgó. Y el dicho cura dixo una missa de gracias, alabando todos a Dios Nuestro Señor y a la Virgen del Pilar por tan señalada merced y milagro (art. XXV).