Laura Bermúdez: «Sor María Rosa sacó de la pobreza a más 87.000 niños hondureños»
Hablamos con una de las directoras del documental Con esta luz, recién presentado al Papa, que recoge el legado de la monja hondureña María Rosa Leggol
¿Cuál es el legado de sor María Rosa?
Yo no soy católica practicante, pero admiro la labor que hizo sor María Rosa para empoderar a las mujeres hondureñas. Era una mujer muy libre. Con la grabación del documental me di cuenta de que representaba todo lo que no te esperas de una monja. No estuvo en toda su vida en un convento. Fue irreverente y revolucionaria. Ayudó a más de 87.000 niños hondureños a escapar de la pobreza y el abuso. Era empresaria, pero dejaba los negocios en herencia a la gente a la que ayudaba para que pudieran ser independientes. Además, tuvo una gran visión empresarial para lograr la sostenibilidad de sus proyectos sociales. Y fue una pionera, la primera que trajo al país el negocio de la ropa usada. No tenemos historias de mujeres que inspiran en Honduras. Por eso es importante que el documental tenga un impacto internacional.
¿Le ha cambiado haberla conocido?
Sin duda. Me rompió los estereotipos y los prejuicios. Era una mujer poderosa con una capacidad impresionante para convencer a la gente. Era carismática, chistosa, amena. Su obra trasciende lo religioso y conocerla me sacó de mi zona de confort.
El documental pone el foco en la violencia que se ceba con las mujeres en Honduras.
Teníamos claro que nos podíamos explicar lo que había significado la labor feminista de sor María Rosa sin mostrar el contexto de un país donde cada 24 horas asesinan a una mujer de forma violenta. Hicimos un trabajo de documentación previo, y para ello me reuní con muchísimas mujeres que estaban atendidas por programas que ella misma había fundado.
De hecho, algunas de ellas son las protagonistas de la cinta.
Sor María Rosa tenía un programa para madres solteras donde nacieron las tres niñas. Una de ellas, Rosa, cursa Bachillerato en una escuela para mujeres en riesgo. Es la única del país. La religiosa pidió que las niñas recibieran formación sobre su sexualidad, sobre la menstruación; sobre la importancia de proteger su intimidad. Esto me parece realmente progresista. Queríamos contar que ella es una superviviente de violencia. A otra de las protagonistas, María, la conocimos en la escuela; vivía en uno de los barrios más peligrosos de Honduras, tomado por una pandilla.
¿Fue difícil grabar allí?
Sí, porque además, a mitad de la grabación, María se mudó con su novio a otra casa que estaba controlada por otra mara. Tuvimos que hacer muchas gestiones con los líderes comunitarios para poder pasar tiempo con la familia y mostrar las condiciones de pobreza en las que viven. Queríamos enseñar que, a pesar de ese contexto de riesgo, ella sigue yendo a la escuela. Pero la parte más difícil fue ganarse la confianza de estas niñas.
Se sobreponen a las heridas y salen adelante gracias a sor María Rosa.
Me impresionó que las niñas hablasen de forma natural sobre la violencia; la tienen normalizada. De repente, te dicen: «Los niños se pierden de camino a la escuela». Con el documental queríamos salir al mundo real de las personas que no tienen protección. Fue durísimo para mí, porque vivo en la misma ciudad. Honduras es uno de los países más desiguales del mundo. Soy consciente de que soy una privilegiada que pertenece a la minoría.
¿Cómo fue tener que integrar la muerte de sor María Rosa Leggol durante el rodaje?
Fue muy difícil. Empezamos a grabar el documental en abril de 2019. En noviembre ya teníamos el 80 % grabado. Estábamos planeando el último rodaje para mayo del 2020. Pero la COVID-19 y el confinamiento lo cambiaron todo. Sor María Rosa falleció a causa del coronavirus en octubre del 2020. Fue un golpe terrible. En febrero del 2021 grabamos el final, ya sin ella.
Laura Bermúdez y Nicole Bernardi-Reis
Estados Unidos
2022
Documental