Osoro: «Llevemos la Resurrección a la vida cotidiana»
El arzobispo de Madrid incide en la Almudena en que «¡Cristo vive! ¡Cristo ha resucitado! Cristo nos da nueva vida para que se la entreguemos a los hombres»
«Cristo, Ayer y Hoy, Principio y Fin, Alfa y Omega, suyo es el tiempo y la eternidad», iba pronunciando el cardenal Carlos Osoro mientras marcaba el cirio pascual en una catedral de la Almudena completamente a oscuras en el inicio de la Vigilia Pascual, celebrada en la noche del pasado sábado, 16 de abril.
«A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Por sus llagas, santas y gloriosas, nos proteja y nos guarde Jesucristo Nuestro Señor. Amén», prosiguió el arzobispo de Madrid mientras los fieles que abarrotaban el templo se mantenían en un silencio orante. «La luz de Cristo que resucita glorioso disipe las tinieblas del corazón y del espíritu», leyó, al tiempo que encendía el cirio con el fuego nuevo y antes de que, con él, se fueran iluminando centenares de velas.
En este sentido, ya en su homilía, el purpurado incidió en que «el Señor con su Resurrección nos invita a que no permanezcamos prisioneros del pasado». «Lo nuevo ha comenzado. ¡Cristo vive! ¡Cristo ha resucitado! Cristo nos da nueva vida para que se la entreguemos a los hombres», detalló, animando a «que desterremos de la vida lo que no nos hace crecer» como hijos de Dios y así como hermanos.
Cristo, continuó, «nos ha regalado su amor y nos enseña a vivir con su amor». «Es el amor que le llevó a la cruz, a dar la vida por nosotros. Es el amor que Él daba sin pedir a cambio nada –explicó en otro momento–. ¿Os imagináis, queridos hermanos, hoy a la Iglesia de Jesucristo extendida por todos los lugares de la tierra […] que va regalando el amor de Jesucristo, aquello que más necesita el ser humano?».
Siete adultos bautizados
Aludiendo al Evangelio proclamado, el cardenal Osoro subrayó que «la fuerza» es que «el sepulcro estaba vacío: no había muerte, Cristo había resucitado», y alentó a que «llevemos la Resurrección a la vida cotidiana, a nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestras relaciones, con obras de paz, con obras de reconciliación, con obras de compasión, con obras de amor…», «construyendo la fraternidad, no rompiendo la fraternidad».
Ahora que el mundo «está en lucha», cuando se producen tantas «situaciones de injusticia», el arzobispo insistió en que «es importante que empeñemos nuestra vida en regalar la paz de Jesucristo Nuestro Señor» y trasladó de forma especial esta petición a los siete adultos que recibieron el Bautismo minutos después en la Vigilia Pascual concelebrada por los obispos auxiliares monseñor José Cobo y monseñor Jesús Vidal.
El Viernes Santo, 15 de abril, uno de los capellanes del Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE), el delegado de Movilidad Humana, Rufino García, y un voluntario, Tomás Ludeña, celebraron un vía crucis con un grupo de personas allí recluidas.
Contemplaron los diversos momentos de la Pasión y la Muerte de Jesucristo «precisamente en un lugar en el que las personas que estáis aquí –en palabras textuales de la monición introductoria– estáis retenidas en contra de vuestra voluntad, privadas de libertad y con un futuro incierto por delante». «Sois víctimas de un sistema injusto que hace sufrir gratuita e inútilmente. En vosotros, Jesucristo está sufriendo hoy su Pasión y su cruz», aseveraron.
El propio García subraya que «contrastaba la frialdad y aspereza del espacio con la emoción de esos rostros sufrientes que experimentaban la cercanía de un Dios crucificado que los bendecía, los abrazaba y les ofrecía la esperanza y el sueño de un futuro mejor para sus vidas».