Francisco propone una tregua de Pascua en Ucrania
Por primera vez en más de dos años, ha recorrido la plaza de San Pedro en papamóvil
Si no fuera por las mascarillas, nada haría pensar que se trata de una celebración de Domingo de Ramos distinta a la del año 2019. Hacía dos Pascuas que la plaza de San Pedro no se vestía de fiesta para las celebraciones de Semana Santa. Este 2022 todo volverá a ser como siempre ha sido. La primera muestra ha sido la celebración de este domingo a la que han asistido los fieles en masa merced también al buen tiempo. Otra imagen que nos ha dejado esta jornada se ha producido tras la ceremonia cuando el Papa ha recorrido en papamóvil la plaza de San Pedro prodigando saludos y bendiciones a los peregrinos que han correspondido a este gesto con un enorme entusiasmo. De hecho, incluso el vehículo ha descendido por la Via della Conciliazione donde le esperaban otros cientos de personas sorprendidas por el encuentro con Francisco. Prolongar el recorrido fuera de la plaza es algo que los Pontífices solo hacen en las grandes ocasiones.
La ceremonia ha comenzado poco antes de las diez de la mañana. Esta vez, debido a sus problemas de rodilla, Francisco no ha encabezado la tradicional procesión con las palmas, sino que la ha esperado en el altar.
En su homilía, ha reflexionado sobre las palabras de Jesús en la Cruz. Por un lado, sobre lo que le espetaron sus verdugos: «Sálvate a ti mismo». Por otro, sobre lo que respondió Cristo: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Francisco ha asegurado que ambas expresiones representan dos mentalidades contrapuestas. Porque «salvarse a sí mismo», es decir, «pensar en sí mismo», «es el estribillo de la humanidad que ha crucificado al Señor». Por el contrario, Dios no se salva a sí mismo, sino que se ofrece a sí mismo implorando incluso el perdón para sus asesinos mientras sufría «el dolor físico más agudo de la pasión».
El Pontífice ha invitado ha reconocer esta actitud de Cristo con cada uno de nosotros y a que la imitemos, especialmente, con nuestros enemigos, lejos de cualquier instinto rencoroso: «¡Cuánto tiempo perdemos pensando en quienes nos han hecho daño! Y también mirándonos dentro de nosotros mismos y lamiéndonos las heridas que nos han causado los otros, la vida, la historia. Hoy Jesús nos enseña a no quedarnos ahí, sino a reaccionar, a romper el círculo vicioso del mal y de las quejas, a responder a los clavos de la vida con el amor y a los golpes del odio con la caricia del perdón».
En esta homilía Francisco ha recordado una de sus frases favoritas del pontificado: «Dios no se cansa de perdonar». Por ello, ha invitado a no cansarse del perdón de Dios, incluyendo un mensaje a los sacerdotes: «No nos cansemos del perdón de Dios, ni nosotros sacerdotes de administrarlo, ni cada cristiano de recibirlo y testimoniarlo». Porque Jesús «no está contra nosotros, sino contra nuestro pecado», ha insistido el Santo Padre al explicar la frase de Cristo «perdónalos porque no saben lo que hacen».
En la locura de la guerra, se vuelve a sacrificar a Cristo
Y sin mencionarla, el Papa se ha referido a continuación a la guerra en Ucrania: «Cuando se usa la violencia ya no se sabe nada de Dios, que es Padre, ni tampoco de los demás, que son hermanos. Se nos olvida porqué estamos en el mundo y llegamos a cometer crueldades absurdas. Lo vemos en la locura de la guerra, donde se vuelve a crucificar a Cristo. Sí, Cristo es clavado en la cruz una vez más en las madres que lloran la muerte injusta de los maridos y de los hijos. Es crucificado en los refugiados que huyen de las bombas con los niños en brazos. Es crucificado en los ancianos que son abandonados a la muerte, en los jóvenes privados de futuro, en los soldados enviados a matar a sus hermanos».
Tras la misa, ha retomado la cuestión de la violencia y la guerra en el rezo del ángelus. Primero ha lamentado la tensión social en Perú para, a continuación, expresar de nuevo su pesar por la invasión rusa en Ucrania. «Nada es imposible para Dios, incluso hacer terminar una guerra de la que no se vislumbra el final, una guerra que cada día nos pone delante de los ojos masacres atroces y crueldad contra los civiles inermes», ha exclamado Francisco que ha hecho una propuesta, una tregua de Pascua. Se ha preguntado para qué servirá a Rusia vencer esta guerra si solo quedarán escombros. De ahí que haya de nuevo implorado que «se depongan las armas» para iniciar «una tregua pascual, no para recargar la armas y retomar los combates, sino para llegar a la paz a través de la negociación y de algún sacrificio por el bien de la gente».