El templo con las reliquias de los patronos de Plasencia
La iglesia de San Juan Bautista de Berzocana es la niña bonita de la diócesis placentina porque, tras muchas vicisitudes, acoge las reliquias de los santos Fulgencio y Florentina
En la comarca cacereña de Las Villuercas se encuentra la localidad de Berzocana, en la que destaca por sus grandes dimensiones la iglesia de San Juan Bautista, a la que se compara con una pequeña catedral. Por su monumentalidad, pero también por ser lugar de peregrinación para los fieles extremeños, ya que, en su interior, se encuentran las reliquias de los santos patronos de la diócesis de Plasencia, san Fulgencio y santa Florentina. Unas reliquias que supusieron una histórica reyerta con la ciudad de Cartagena y a la que Felipe II puso punto final en el siglo XVI.
Estos hermanos nacidos en Cartagena vivieron en el siglo VI, en la época visigoda. Descendientes de la nobleza, tuvieron otros dos hermanos, Leandro e Isidoro, ambos hombres doctos que dejaron su impronta en la cultura y en la Iglesia, ya que fueron obispos de Sevilla y fundadores de la escuela monástica de la ciudad. Fulgencio y Florentina vivieron en la ciudad hispalense con sus hermanos. Fulgencio era sacerdote, pero el rey Leovigildo lo desterró a África. En el año 592 fue nombrado obispo de Cartagena y, posteriormente, en el año 600 fue obispo de Écija, donde murió. Según el historiador placentino del siglo XVI fray Alfonso Fernández, en su libro Historia y anales de la ciudad y obispado de Plasencia, santa Florentina «era hermosísima», y desde tierna edad hizo votos de castidad y grandes penitencias. Falleció en uno de los monasterios gobernados por su hermano Leandro y, como refería fray Alfonso, «en la ciudad de Écija la tienen por patrona y a su hermano san Fulgencio, como en las de Murcia y Cartagena».
No hay ninguna referencia a Plasencia aún, porque hasta el año 1610 no se considerará su patronazgo en la ciudad extremeña. Todo sucedió a raíz de la conquista musulmana. Muchos cristianos avanzaron hacia el norte de la península llevándose con ellos los restos mortales de los hermanos. «Los enterraron en monasterios cercanos a la sierra de Guadalupe», asegura Javier Cano, director del Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Junta de Extremadura. Fue en el siglo XIII, tras la reconquista, cuando se fundaron nuevas aldeas, entre ellas Berzocana. Y cuenta la tradición que, en tiempos de Alfonso XI, se descubrieron los restos de Florentina y Fulgencio y los trasladaron a esta nueva villa. «En el siglo XVI, con la ayuda de los obispos Gutiérrez Vargas de Carvajal y Pedro Ponce de León, se levantó el templo de San Juan Bautista en el que, en la actualidad, se veneran las reliquias», añade Cano. Todo esto tuvo sus complicaciones. Tras el Concilio de Trento hubo un resurgimiento de la veneración de las reliquias, y el obispo de Cartagena quiso a sus santos de vuelta. Los berzocaniegos opusieron resistencia, pero, gracias a la intercesión de Felipe II, dividieron la osamenta y enviaron parte a la diócesis cartagenera. Esto hizo que los vecinos de Berzocana se volcaran en venerar aún más los restos que quedaron y fue así cuando construyeron la capilla para depositar las reliquias.
El templo, declarado monumento nacional en 1977, es del siglo XVI y pertenece al estilo gótico flamígero. Aunque existen elementos, como la columna que sujeta el púlpito, o la base de mármol de la pila de agua bendita o un relieve en granito de san Juan Evangelista que surgieren la existencia de un templo visigodo en el lugar. La capilla dedicada a las reliquias consta de dos plantas; en la inferior se encuentran dos hornacinas donde están las imágenes de los santos y en la planta superior se encuentran los relicarios, en un arca de ébano, nácar y marfil. Otro elemento llamativo es el coro, un excepcional trabajo de cantería, que ocupa los tres tramos finales de la iglesia y tiene bóveda de estructura estrellada. En la actualidad, el templo funciona como parroquia de Berzocana.